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No ignorar la contracción económica

  • Foto del escritor: Óscar González Ortiz
    Óscar González Ortiz
  • 12 ene 2022
  • 4 Min. de lectura

(COLUMNA EN NOVEDADES). La mayoría de los gobiernos en México, de los tres órdenes, a diferencia de los europeos y de Estados Unidos, que inusitadamente ha tomado medidas bastante drásticas por la expansión de la variante Ómicron, han decidido no “bajar la cortina” ante la nueva oleada de Covid-19, que ha provocado récords de contagios de las variantes originales, pero con menos hospitalizaciones y decesos, verosímilmente por la causa que expuso el presidente Andrés Manuel López Obrador: la mayoría estamos vacunados, amén de que aquellos que enfermaron antes, si bien no están exentos de contraer el mal de nuevo, poseen antígenos que probablemente hacen menos severa la enfermedad.

La preservación de la vida humana es la prioridad, pero la tarea más delicada de los gobiernos consiste en buscar un equilibrio justo entre este altísimo cometido y el aseguramiento de la operatividad de los medios de desarrollo y subsistencia para las comunidades, las familias y los individuos. El mundo no puede permanecer paralizado ni volver al estado de shock de la prístina aparición del SARS-CoV-2 en Wuhan, China, a finales de 2019.

Lo difícil ha sido encontrar ese punto exacto, por más que la humanidad en general y los mexicanos en particular estemos bastante inmunizados como para no acabar en el hospital con la necesidad vital de ser conectados a un ventilador pulmonar, pero, a pesar de los altos registros de contagios, las cosas no se han hecho tan mal. Tanto López –este con vacilaciones iniciales– como el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, enfrentaron con mucha energía a la pandemia, y hoy, a pesar de las altísimas tasas de contagios, no parece fuera de razón, como antes, permitir las actividades económico-comerciales insistiendo en reforzar las medidas básicas para que la convivencia no potencialice la escalada de infecciones. No hay alternativa.

Todas las medidas contra la Covid-19 son importantes, pero sin duda la clave ha estado en el notable interés en la vacunación del antes escéptico presidente y, en el caso de nuestro estado, de un gobernador que muy temprano visualizó la necesidad de tomarse muy en serio el problema que acabaría por convertirse en flagelo.

Sin embargo en México, para este párvulo año la enfermedad del siglo –so far!– no será la única ni la peor dolencia, con todo y Ómicron: por la pandemia y por otros muchos factores, de diversos orígenes, domésticos y globales, la economía debería ser el punto central de preocupación, pues no quisiéramos que se repitiera lo mismo de siempre: cuando se presenta alguna crisis mundial o aunque sea todo en nuestro vecino del norte, México siempre resulta entre los países más afectados y, cuando otros logran recuperarse, nosotros nos quedamos con esta como un mal crónico.

Citamos a El Financiero, en nota de Christian Téllez:

“El Sistema de Indicadores Cíclicos de la economía mexicana reveló un debilitamiento al cierre de 2021 y apunta a que seguirá perdiendo dinamismo.

“El Indicador Adelantado registró una caída mensual de 0.14 puntos en noviembre pasado, su mayor descenso desde abril del 2020, cuando retrocedió 0.30 por ciento y se ubicó en 101.25 unidades, de acuerdo con los registros del INEGI.

“Además, el indicador, que se anticipa a la etapa del ciclo en la que se encontrará la economía en el futuro, hiló cuatro meses con resultados negativos.

“Por su parte, el Indicador Coincidente se ubicó en 99.63 puntos, con lo que mostró un avance mensual de 0.05 puntos en octubre, y este fue su menor crecimiento en los últimos 17 meses.

“Al interior de este índice, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), que mide el desempeño actual de la economía, ligó seis meses en contracción.

En el reloj de ciclos económicos del INEGI, este indicador se encuentra en la zona recesiva, que implica que está por debajo de su tendencia y en contracción”.

No hay antecedentes –ni antes, ni durante la pandemia– de que el presidente López haya creído en las medidas anticíclicas de la economía. Un estudio del CIDE las describe con un enfoque propio de estos tiempos:

“(…) tienen que ver con apoyos directos a las personas y empresas afectadas, tanto en el sector formal como informal de la economía: (…) renta básica para individuos que recién perdieron su empleo; subvenciones a la nómina y diferimientos en los pagos de impuestos y contribuciones obrero-patronal a las empresas que se comprometen a cobijar al empleo; apoyos a individuos en poblaciones pobres que dejen de recibir remesas del exterior; garantías parciales para las rentas de inmuebles residenciales y comerciales a cambio del pago futuro de impuestos; apoyos extraordinarios, actuales y futuros, a trabajadores informales dispuestos a regularizarse; subvenciones a los hogares de bajos ingresos en el pago servicios públicos como agua y luz”.

¡Se vale soñar!


HELADA MADRINA

La flexibilidad, la disposición a escuchar al prójimo, la apertura… no son como que rasgos que definan la personalidad del presidente López Obrador. Tener principios y convicciones firmes suele considerarse como positivo, pero el extremo se llama terquedad, y el mandatario nacional, a más porfiado, suele asomarse a esas oscuridades del carácter humano.

Lamentamos, por supuesto, que haya enfermado de Covid-19 por segunda ocasión, al tiempo que celebramos que, en su caso, el mal no se haya manifestado de manera severa y mucho menos grave, pero, aunque suene cínico, algo bueno puede salir de esta indeseable situación: López, como al principio de la pandemia, al surgir la extremadamente contagiosa –aunque poco letal– variante Ómicron del virus SARS-CoV-2, se mostró muy poco inclinado a decretar medidas públicas para atender el nuevo panorama, que por desgracia está complicado por una nueva ola de contagios de las anteriores, estas sí muy peligrosas. Acaso la ocasión anterior que padeció la afección, que acabó siendo un arrechucho, le hizo tomar conciencia.

Evitar la histeria colectiva es una de las misiones gubernamentales, cierto, pero no tan importante como lo es fomentar la percepción en la población de que la enfermedad sigue con nostros y de que es importantísimo continuar e incluso reforzar las medidas sanitarias, sin llegar al confinamiento total. Verbigracia, hay una ola de contagios en el magisterio del país, y no se ha decidido suspender las clases presenciales, que desde luego no son cruciales. En Quintana Roo, el gobernador Joaquín, al contrario, decidió que las aulas permanexcan vacías.

Esperemos que el padecimiento presidencial sea para él como un recuerdo, como una amonestación para que México mantenga la guardia en alto; para que le caiga el veinte.


GRILLOGRAMA

En carne propia…


Ante el mal del presidente

Que se cure es mi deseo

Mas no es malo, porque creo

Que ya vio lo que se siente



 
 
 

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