Dilema: ¿presidenta o testaferro?
No es que no importe lo que piense la opinión pública acerca del papel que desempeñará Claudia Sheinbaum Pardo, a partir de mañana, cuando rinda protesta como primera mujer presidente de México —no estamos utilizando aquí el género femenino de la palabra porque no nos referimos al sustantivo, sino el adjetivo; aclaramos por aquello de los feminismos, a veces no muy informados, que ya nos han criticado ese uso, por demás correcto—, que un ligeramente mayoritariamente cree que será un apéndice temporal del régimen de Andrés Manuel López Obrador —lo que no sucede con el pueblo, que sin duda la apoya por virtudes propias o prestadas, sin remilgos—, pero nuestra opinión es que habrá que esperar a su ejercicio, a que se desempeñe en el cargo y a la toma de decisiones que efectúe para para juzgar sobre la materia.
La realidad es que el escepticismo que, aunque no sea de manera abrumadora, predomina entre los críticos, y esto no es porque se trate de la postura del opinador en la dicotomía obradorista-antiobradorista que divide a los analistas de la cosa pública, encuentra su más sólido argumento en las opiniones, posturas y determinaciones de la propia presidenta electa, de la candidata y de la cercanísima colaboradora de uno de los jefes de estado históricamente más populares de México y del orbe.
Los resultados electorales confirman que el apego casi filial de la inminente mandataria a su ya virtual antecesor López —acaso con ominosos visos de sumisión—confirman que, sea como fuere, hizo lo correcto en términos estratégico-comiciales, mas ya como presidenta en plenitud de ejercicio tendrá que tomar decisiones que permitirán saber si lo que viene es una especie de Maximato —como conocemos a la sucesión de regímenes considerados como títeres del caudillo de Guaymas, Plutarco Elías Campuzano (Calles)— o un gobierno que, sin necesidad de distanciarse de las posturas y opiniones de su mentor, actúe de manera independiente, con personalidad y carácter propios, pero sobre todo con un desempeño soberano. Aunque… ¿importa?
La verdad es que sea una cosa o la otra no será tan relevante en términos de aceptación del régimen, pues si obedeciere los dictados desde Palenque, en caso de haberlos —López asegura que no será de esa manera, aunque los recientes sucesos en el Congreso de la Unión y el Poder Judicial desmienten sin duda esa “sana distancia” con sus correligionarios, seguidores y en ocasiones hasta lacayos, por lo que el escepticismo está suficientemente fundamentado y documentado—, no encontraría reclamos de parte del pueblo, sino en todo caso los haría la ínfima minoría ilustrada de la intelectualidad, cuyos miembros solos se leen entre sí —como sucede en casi todo el mundo—, con muy poca o nula influencia en el pensar y sentir de las masas.
La disyuntiva será para la historia, casi solo para la anécdota, pues en el éxito o fracaso del gobierno del país, en términos fácticos, nada importará si las decisiones se toman en el Palacio Nacional o en el rancho La Chingada y, seguramente con gala de tolerancia, el pueblo asumirá que el periodo 2024-2030 estará a cargo de la Cuarta Transformación, fundada por López Obrador, cuyo sello, salvo un casi impensable deslinde, permanecerá en el poder en México por lo menos un sexenio más.
La pregunta del título de esta entrega es, por lo menos, ociosa, casi bizantina, y como decíamos, el correlato de la gobernanza en los papeles será meramente anecdótico: si Claudia se deslinda en su ejercicio gubernamental del compañero Andrés Manuel será aplaudida por la posteridad; si no lo hace, si actúa como la titina —para los lectores más jóvenes: Titino era un muñeco-marioneta muy popular en la televisión mexicana entre los años sesentas y setentas— que ha sido durante su carrera política al lado del político tabasqueño, será criticada por las elites intelectuales, pero al pueblo no le molestaría de ninguna manera la continuidad de un sistema, cuya enorme popularidad no se veía, por lo menos y si acaso, desde el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río.
Esperemos que el gobierno que mañana inicia no utilice ese capital, ese enorme rating político para echarse en la poltrona, ser omiso, autocomplaciente y mucho menos para abusar del poder, a lo que si bien los mexicanos estamos acostumbrados no queremos que suceda nunca más, lo cual López no cumplió del todo por más que haya dejado atrás algunas de las taras de 77 años de pillaje priista y una docena de ineptitud panista.
Algo lejos de cumplir, decíamos, se quedó Andrés Manuel; Claudia tiene la oportunidad de hacerlo, de actuar como una verdadera estadista —su a veces sumisa adhesión a su jefe político puede ser superada ahora que es, por lo menos nominalmente, la Jefa—, o de desempeñarse, según la tradición posrevolucionaria—, como una onerosa muñeca, una carga que se soporta solo porque alguien se tiene que sentar en la Silla del Águila.
LA DICHA INICUA…
Más importante aun que el hecho de que el último punto de la postrera gira del presidente López haya sido Chetumal, la capital de Quintana Roo —se refirió a Mara Lezama Espinosa como la “gobernadora consentida”, condición que no se repitió con el resto de los mandatarios surgidos del Morena y que con la mandataria caribeña fue permanente—, es el hecho de que quien será presidenta de México a partir de mañana, Claudia Sheinbaum, estuvo también presente en la inauguración de la última estación del Tren Maya, aquí en la frontera con Centroamérica, simbolizando sin duda la reiteración por cuatro años más de esa alianza que tan benéfica ha sido para la entidad federativa.
Conforme se ha acercado a su asunción como cabeza del Gobierno de la República, han sido crecientes las manifestaciones de simpatía —con tintes bastante claros de afecto— entre ambas pioneras como mujeres en sus respectivos mandatos.
Amén de que Lezama ha sido durante la coincidencia de gestiones con López una aliada importante para el aterrizaje de obras emblemáticas como el mencionado ferrocarril, la colaboración barrunta con la administración federal entrante continuidad de buenos propósitos.
Excelente perspectiva, que se confirma con claridad.
GRILLOGRAMA
Su decisión…
A saber: qué será ahora
Depende cómo se sienta
Si tenemos presidenta
O solo administradora
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