Música perniciosa y el huevo de la serpiente
- Óscar González Ortiz
- 24 may 2023
- 7 Min. de lectura

Más que con asombro, casi aterrados vimos cómo en estos días una decisión insulsa, retrógrada y anticonstitucional de la comuna de Benito Juárez (Cancún), que encabeza Ana Patricia Peralta de la Peña, hizo prohibir la presentación de bandas que suelen interpretar "narcocorridos", en un acto anticonstitucional y represivo que, insospechadamente, está trascendiendo del ámbito menor y administrativo de un ayuntamiento que manejan pequeños funcionarios, a veces casi iletrados, a la máxima tribuna del estado y al Poder Ejecutivo, lo que ya resulta verdaderamente serio, grave.
Partamos de la letra del primer párrafo del artículo 6o. de la Constitución General de la República Mexicana:
"La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado".
Partiendo de que es incontrovertible que existen muy pocas normas morales universalmente compartidas —como la prohibición de que los menores de edad tengan acceso a cierto tipo de espectáculos o que se utilicen espacios inadecuados para realizar estos, por ser de carácter comunitario o familiar, o se trate de espacios públicos destinados a su utilización por parte de las familias—, la decisión ultraconservadora del Cabildo de Benito Juárez —y cualquier bando o reglamento que contravenga la libertad de expresión más allá de los límites que señala la carta magna es un exceso que no debe aceptarse.
El de la pluma sin duda repudia del todo no solo a los narcocorridos, sino a toda la música banda y al horripilante reguetón por ser atentados infames contra el buen gusto, pero de ninguna manera se siente con derecho de impedir que quienes gustan de esos bodrios los escuchen a discreción ni de que se impida que sus artistas favoritos actúen en público, mientras sea bajo las medidas razonables que establezca la autoridad.
El ayuntamiento de Benito Juárez prohibió de manera oficial los eventos musicales en los que se promueva la violencia a través de narcocorridos, pero hay que recordar que los corridos de antaño, famosos desde la Revolución Mexicana y que forman parte valiosa, imprescindibles del acervo cultural de la música popular mexicana, no historias de Heidi y son violentos por antonomasia, con su abundante cuota de sangre y muerte, desde Rosita Alvírez, que reza que cuando Hipólito fue desairado por la muchacha "nomás tres tiros le dio", y remata, con genial humor negro, del cual solo los británicos y los mexicanos somos maestros consumados en su utilización, contando que "La casa en que la mataron / estaba recién pintada / con la sangre de Rosita / le dieron otra pasada". Benito Canales, Juan Charrasqueado, Gabino Barrera… cuál más cual menos, casi todos los corridos costumbristas tienen una elevada cuota de violencia. El propio Himno Nacional Mexicano es por demás violento, sanguinario y exaltador de la violencia. Siguiendo los postulados del cuerpo edilicio de Cancún, habría que prohibirlo.
Estas canciones imprescindibles en la cultura mexicana, que se pueden escuchar en cualquier restaurante de acceso no restringido, en la radio, la televisión y las más consagradas celebraciones familiares, como bodas, bautizos y, sobre todo, fiestas patronales, no hacen enarcar las cejas ni fruncir la naricita respingona a la alcaldesa de Cancún ni a regidores hipócritas, que seguramente al dejar la Plaza de la Reforma se van locos de contentos a los table dance a ver a muchachas, muchas de ellas madres solteras, que se desnudan, bailan y hasta se prostituyen por las acuciantes necesidades de sus familias. Por cierto, antes la preconización de la violencia se acompañaba con alcohol y borracheras; hoy, se hace con derogas pasones y contrabando. ¿Cuál es la diferencia?
HOMÚNCULOS
Pero lo más grave es que este furor puritano fue recogido, más como una forma de ganar el aplauso —y los votos— de las "buenas conciencias" y el conservadurismo —como el de los siempre recalcitrantes y mochos padres de familia organizados— que porque realmente estén muy concernidos por el bienestar de las familias y los menores de edad, cundió rápidamente al plano estatal y tuvimos muy idiotas declaraciones de parte de un diputado de la XVII Legislatura y de la secretaria de Gobierno, que es conservadora y promotora de la moral y las buenas costumbres, de la tradición católica y enemiga del pecado… solo de dientes para afuera.
El periódico de trascendencia nacional El Economista recoge esta vergonzosa regresión decimonónica de los funcionarios quintanarroenses, que aplauden la medida monjil de la nice Ana Paty Peralta —¿ves?—, bajo la pretensión de ejercer "la aplicación irrestricta del Reglamento de Espectáculos y Diversiones Públicas a nivel municipal, según el cual en su artículo 19 están prohibidos espectáculos que inciten la violencia.
"Al respecto, el secretario general del ayuntamiento, Jorge Aguilar Osorio, refirió que 'cada vez que hay un evento como estos, la realidad es que existen conatos de violencia en la Plaza de Toros. La presidenta municipal dio la instrucción que no se permita este tipo de eventos donde de alguna u otra forma'; hasta aquí la cita del recién renunciado —o acaso defenestrado— responsable político del gobierno municipal benitojuarense, que creíamos progresista y no el el Torquemada que se develó respecto al asunto.
De la segunda al mando del gobierno de Mara Lezama Espinosa, Cristina Torres Gómez, vieja clienta de Café negro debido a su desastrosa gestión, evidenciada, verbigracia, por la defensa corrupta e interesada de la mafia taxista en el conflicto contra la llamadas plataformas digitales —léase Uber—, aún vigente, que se agudizó a principios de este año, volvió a declarar sin conectar el cerebro con la boca a propósito de los conciertos de narcocorridos. Tomamos prestada la precisa nota de Cambio 22:
"Mientras la alcaldesa de Cancún, Ana Patricia Peralta, prohíbe los conciertos de corridos tumbados y la presidenta municipal de Othón P. Blanco, (y) Yensunni Martínez Hernández, les da la bienvenida en el sur de Quintana Roo, la secretaria de Gobierno del estado, Cristina Torres Gómez, consideró que en toda la entidad debería impedirse la presentación de grupos musicales que hagan apología de la violencia.
"La responsable de la política interna en la administración de la gobernadora Mara Lezama respaldó la decisión del ayuntamiento de Benito Juárez de prohibir los conciertos que inciten a la violencia o hagan apología del crimen organizado.
Pero además planteó que todos los reglamentos deberán ser revisados para prohibir estos espectáculos en todos los municipios de Quintana Roo.
“'En lo personal, opino que se deberían revisar los reglamentos de todos los municipios en cuanto a la naturaleza de los espectáculos, para evitar la apología del delito e incluso posibles incumplimientos de la normatividad. Debemos cuidar que la población no se exponga a este tipo de conductas violentas a través de los espectáculos públicos', planteó.
La funcionaria explicó que el reglamento del municipio de Benito Juárez establece que no está permitido el tipo de música que fomente la apología del delito, la violencia, el racismo, la xenofobia, el sexismo, cualquier otra forma de discriminación, o atente contra la dignidad humana, la moral y las buenas costumbres, los derechos de la infancia y la adolescencia, la reglamentación sobre la protección de los animales, o que no cuente con los permisos necesarios.
"Sin embargo, señaló que la ciudadanía ha interpretado de manera diferente lo establecido por las autoridades municipales, e insistió en que no se trata de prohibir algún género musical en particular'.
"Cristina Torres afirmó que se trata de asegurarse de que los espectáculos públicos autorizados no tengan características negativas, y por lo tanto, solo se permitirán aquellos eventos que cumplan con los requisitos establecidos".
Habría que aclararle a Cristina Torres que, desde su postura como jefa de la política interna del Gobierno del Estado, no está para hacer declaraciones "en lo personal", sino que siempre que declare públicamente lo hará en representación del gobierno del estado, y vaya que es autoritaria y gusta de abrogarse la conducción política de la entidad y tomar las riendas del "caballo bayo".
En el congreso el asunto no fue tratado de una manera mucho más racional que digamos. Muy al estilo verde-ecologista, recordándonos la draconiana propuesta nacional de reinstaurar la pena de muerte y la propia desmesurada iniciativa para encarcelar y tratar como delincuentes a los conductores alcoholizados, Guillermo Brahms González, quien es por cierto uno de los pocos tribunos que trabajan, pero a veces quisiéramos que no abriera es boquita que se manda sola, salió con su típica diarrea verbal. Tomamos prestada la nota del colega Mario Castillo:
"Todo México y Quintana Roo se encuentran bajo un manto de sangre, y es necesario evitar que el arte musical se siga convirtiendo en una oda al delito, al consumo de drogas, y a personajes que han basado su vida lastimando a la sociedad, señaló el diputado presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la XVII Legislatura, Guillermo Brahms González.
"En este sentido, advirtió que junto con sus homólogos locales están trabajando en una iniciativa, con miras a convertir en ley la reglamentación municipal que prohíbe espectáculos musicales que más allá de promover la cultura mexicana, inducen a las nuevas generaciones a conductas delictivas y perniciosas, que en nada abonan a la reconstrucción del tejido social.
"Al referirse a los llamados narcocorridos y la música de banda, dijo que desde las familias, y como gobierno, hay que trabajar —aunque se catalogue como una acción tardía—, para que no se sigan enfermando las conciencias de los niños y los jóvenes, y el primer gran paso es prohibir mediante una ley estatal este tipo de conciertos, donde las expresiones musicales promueven precisamente lo que se intenta contener y erradicar desde los códigos legales.
"Reconoció es una medida dura pero a la vez correcta y lógica, dado que insistió, no es nada grato revivir crónicas de algo que nos está desangrando como estado y como país.
"El diputado Guillermo Brahms refirió que, para no seguir siendo afectadas, las agrupaciones musicales deben cambiar las letras de sus canciones, contando historias de amistad, de amor, y hasta de desamor, sin dejar de utilizar los ritmos guapachosos propios de la cultura mexicana". Hasta aquí la cita.
Sí, claro: que ahora las bandas canten piezas de Cri-Cri y de Tatiana, y en vez de jefes narcos y sus balaceras hablen del pequeño panda Tohuí nacido en el zoológico de Chapultepec.
¡Pero qué reverenda tarugada! Mas bueno fuera que los despropósitos de Ana Paty, Memo y Cris solo fueran eso: actitudes como estas son siempre el germen del autoritarismo, de la censura inquisitorial, de la imposición de los dictadores venideros, que cuya égida siempre está agazapada, amenazante para conculcar nuestras libertades. Si los dejamos pisotear la de expresión tan descaradamente, estaríamos incubando, diría Ingmar Bergman, el huevo de la serpiente.
LA DICHA INICUA…
Otra cleinta habitual de Café negro, Yensunni, la legendaria alcaldesa capitalina, esta vez nos falló, y por fin asumió —acaso sin querer— una postura inteligente al no sumarse —hasta ahora— al mojigato rechazo a las bandas musicales que predominan en el gusto de la juventud, aunque no nos guste, como a nuestros viejos no les gustaba el rock y repudiaron Woodstock y Avándaro.
Ni modo: no siempre se puede, y ahora no queda otra más que felicitarla.
GRILLOGRAMA
Irreconocible…
¡Al fin una nota buena!
Yensunni, me estás fallando
Hoy que re' filoso ando
Pones cal en tanta arena
columnacafenegro@gmail.com
EN CHETUMAL...


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