Enterró López impugnación de Beristain
- Óscar González Ortiz
- 22 jun 2021
- 5 Min. de lectura

(COLUMNA EN NOVEDADES), Está y sigue estando Laura Beristain Navarrete (PVEM, PT, Morena y MAS) en pleno derecho de impugnar la elección de presidente municipal de Solidaridad –quería repetir en el cargo que aún ostenta– que perdió ante Lilí Campos Miranda (PAN, PRI, PRD y Confianza por Quintana Roo), aunque sus posibilidades de éxito sean muy remotas, por no decir nulas, aunque el delegado Emiliano Ramos Bustamante se rasgue la camiseta clamando fraude y ya haya acudido a las instancias pertinentes con su causa perdida.
La munícipe playense, viniendo de un muy buen gobierno, tuvo un papel relevante en la elección de ayuntamiento, pero fue superada por la estratégica selección del gobernador Carlos Joaquín González de Campos; la elección estuvo muy competida y los resultados antes de la judicialización de los comicios estuvieron bastante cerrados, pero no tanto como para suponer una oportunidad para Beristain.
Los números son claros: Laura Beristain obtuvo 22 mil 906 votos (28.32 por ciento) mientras que Lilí Campos ganó 26 mil 379 sufragios (32.6 por ciento). Estas cifras suponen una elección bastante reñida, pero un resultado prácticamente imposible de revertir de tres mil 473 boletas cruzadas sobre la primera a favor de la segunda.

¿Por qué parece imposible? En primer lugar, porque la democracia mexicana, con sus instituciones electorales ciudadanizadas, hace mucho que dejó atrás las prácticas del viejo régimen priista conocidas como el “carrusel”, el “ratón loco” y el “domingo de los muertos votantes”. Ahora, y desde la creación del Instituto Federal Electoral –hoy Instituto Nacional Electoral–, los partidos políticos están plenamente representados en la totalidad de las casillas y en todas las instancias electorales, con la única limitante de la cuantía de su militancia y su organización; de cualquier manera, las principales fuerzas políticas están presentes durante todos los procesos. El fraude, salvo minúsculas excepciones que suelen salir a la luz y ser corregidas, es cosa del pasado.
En segundo lugar, está la cantidad de votos de diferencia. Es impensable que el Morena –partido impugnante– logre anular casi tres mil 500 votos adversos, suponiendo desde luego que la coalición de Laura Beristain no sufra merma en su colección de boletas a su favor; tal vez de alguna manera logrará reducir la diferencia, pero esto será en una medida ínfima con respecto a lo requerido para anular el triunfo de Campos. Desestimar toda la elección de alcalde requiere alcanzar por lo menos 20 por ciento de las casillas anuladas. Eso lo vimos con el PRI contra Juan Ignacio “Chacho” García Zalvidea en una época en la que el gobierno estatal priista intervino descaradamente contra el popular médico veterinario, resultando en fracasos y escandaloso desprestigio; estamos muy lejos de esos aciagos tiempos y de ese estilo caciquil y patrimonialista de gobernar.
Pero he aquí lo más adverso a la causa de Laura: para que un candidato impugne con éxito una elección y sobre todo ante un panorama tan adverso, requiere del incondicional y decidido apoyo de su partido en todos los órdenes: municipal, estatal y nacional. Beristain se agenció el apoyo de los morenistas que odian a Carlos Joaquín, desde Emiliano Ramos, pasando por la casi defenestrada senadora (en el sentido correcto de la expresión: echada por la ventana, y no como lo utilizan muchos reporteros y analistas bisoños, como sinónimo de “odiada”) Marybel Villegas Canché, su compañero de bancada, por cierto cada vez más alejado del presidente, el zacatecano Ricardo Monreal Ávila y un puñado de “notables” que huelen cada vez más a excluidos del Morena.
La estocada final a las aspiraciones reeleccionistas de Beristain, quien desde nuestro punto de vista tiene sobrados merecimientos para seguir gobernando, mas perdió la elección, es sin duda una contundente, tremenda declaración del presidente López en plena “mañanera”, un inequívoco “estate quieta” espetado sin piedad contra la todavía cabeza del ayuntamiento solidarense justo cuando enjugaba sus lágrimas en el saco de Monreal y cantaba sus elegías en cadena nacional.
No sorprendió en su opinión –muchas veces expresada y respondida con reciprocidad– el elogio a Carlos Joaquín como político honrado y democrático, justamente desmintiendo una pretendida –por Laura y Emiliano– intervención estatal en los comicios municipales, pero sí impactó que el mensaje a su atribulada correligionaria caribeña haya sido emitido en plena mañanera, justo cuando la edil buscaba el apoyo de su partido.
En el Morena nada pesa –ni pesará– más que la opinión de su artífice, el presidente, así que Laura Beristain no solo no contará con el apoyo del partido guinda, sino que será sin duda bloqueada y obstaculizada, y si era muy difícil el éxito de su cruzada ahora, con la reprobación de Andrés Manuel López, luce imposible.
HOMÚNCULOS
Quiéralo o no, el presidente López reconoció tácitamente la rampante corrupción de la por él llamada “cuarta transformación”, un régimen autocrático en el que privan los parentescos, el amiguismo y los más sospechosos favoritismos. No debe sorprender el increíble parecido del Morena y el gobierno de él emanado con los peores regímenes priistas –y vaya que hay para escoger– porque de esa escuela provienen tanto el mandatario como sus más altos funcionarios, encabezados por el titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlet Díaz, que es casi unánimemente percibido por los mexicanos como el rey de los corruptos y de los funcionarios sospechosos de haber cometido actos criminales,
Bartlett sigue tan campante en su puesto en el régimen corrupto de López Obrador, pues la recién corrida Irma Eréndira Sandoval Ballesteros se encargó de hacerle al líder “moral” del Morena el trabajo sucio de lavar la cara al infausto poblano que operó el fraude en 1988 contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano para franquearle las puertas de Los Pinos al legendario Carlos Salinas de Gortari –hombre que sigue mandando en México–, enemigo de la izquierda, a la que ahora el exsecretario de gobernación priista "pertenece" por las pistolas de Andrés Manuel, su cuate.
Al echar a Irma Eréndira, que, paradójicamente, siendo la zarina anticorrupción del gobierno federal fue acusada reiteradamente de numerosas corruptelas y enriquecimiento ilícito –soportó pasar por estólida e incapaz –a despecho de su notable nivel académico y profesional– con tal de cumplir su función encubridora y al mismo tiempo enriquecerse junto con su esposo, el intelectual orgánico de la tele de la “4T” y fementido ideólogo social de López, John Ackerman Rose–, el presidente reconoció inevitablemente la corrupción y la ineficiencia en las más altas esferas de su régimen.
Citamos a Carlos Loret de Mola en El Universal: “Para el primer mandatario esta salida es la aceptación tácita de que su lucha anticorrupción es un fracaso, que no ha cumplido con su promesa emblema, la que lo llevó a arrasar en las elecciones presidenciales: Pío, Felipa, Bartlett y tantos más evidencian que el combate a la corrupción de este gobierno es una farsa. De hecho, el Inegi diagnosticó que la corrupción ha aumentado nueve por ciento.
“El obradorato se ha caracterizado por perseguir parcialmente la corrupción del pasado y no hacer nada frente a la corrupción del presente. A los enemigos de López Obrador, les echan encima a la UIF, la FGR y la SFP. Para sus amigos, toda la impunidad. En esta danza de simulaciones, Irma Eréndira fue opacada por sus compañeros de gabinete: más sonaban Santiago Nieto y Alejandro Gertz, que ella, que era la zarina anticorrupción”.
Seguimos echando mano del artículo del periodista yucateco, acaso el más odiado por López: “Justo hace un año –de esas efemérides involuntarias– presentamos en Latinus el reportaje sobre las casas de Irma Eréndira Sandoval y su esposo, John Ackerman, estrella de la televisión del gobierno. Declararon recibir sueldos que no justificaban su riqueza inmobiliaria: en tan solo nueve años compraron cinco propiedades. Y una más, que le regaló a Sandoval la administración de su compañero de gabinete, Marcelo Ebrard, cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Sin embargo, sería inocente pensar que Sandoval actuó sola, a espaldas del presidente que, en su legendaria paranoia, sabe hasta el color de las deposiciones de cada miembro de su gobierno, su partido y su congreso.
GRILLOGRAMA
Salió el peine…
Aun siendo la vaca flaca
Por corruptos y ladrones
Tienen estos cabezones
Las manos llenas de c…
columnacafenegro@gmail.com
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