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Mujeres: comenzó la revolución rosa

  • Óscar González
  • 10 mar 2020
  • 6 Min. de lectura

(COLUMNA EN NOVEDADES). Sabemos muy bien que la larga y difícil lucha de las mujeres por la igualdad en todos los ámbitos y eliminación de la violencia de género está muy lejos de llegar a su fin; las dos jornadas anteriores fueron históricas y tuvieron rasgos que significan sin duda trascendentales avances en esa espinosa senda. El mismo día de la efeméride en honor de la mujer hubo tres feminicidios: en Torreón, Coahuila; en Salamanca, Guanajuato, y en Veracruz, donde fue asesinada a tiros una adolescente embarazada.

Sin embargo, decíamos, el éxito de la doble jornada feminista fue rotundo. Primero, el domingo 8, Día Internacional de la Mujer, hubo, más que nutridas, masivas manifestaciones a favor de los derechos de la mujer, tan procrastinados en su actualización por la humanidad todavía tan injustamente patriarcal. La ONU determinó antes que "Este año el tema se denomina 'Soy de la Generación Igualdad: Por los derechos de las mujeres', siguiendo los pasos de la campaña (...) Mujeres con el mismo nombre (Generación Igualdad) y que conmemora el 25º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995), la hoja de ruta más progresista para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo".

Así sucedió en todo el mundo. En Quintana Roo pudimos ver, escuchar y leer información bastante uniforme sobre las cantidades: millares de mujeres que se unieron a las manifestaciones, firmes pero pacíficas, en todas las ciudades del estado. Si bien en la Ciudad de México algunas infiltradas en la retaguardia del contingente principal de manifestantes ejercieron vandalismo contra algunos inmuebles y monumentos del Centro Histórico y una mujer arrojó frente al Palacio Nacional una bomba Molotov que prendió llamas sobre el cuerpo de una colega reportera del periódico El Universal, la tónica fue, amén de lo enérgico, lo pacífico, respetuoso y ordenado de la protesta. La enorme cantidad de 80 mil marchistas implicó tan solo seis personas detenidas. En nuestra entidad el saldo fue blanco.

Y ayer el movimiento conocido como 9M, que convocó a un paro general de mujeres contra el feminicidio tuvo un éxito verdaderamente sorprendente, no tanto por la gran cantidad de las mujeres que se solidarizaron para protestar con brazos caídos por este espantoso flagelo, como por el estremecimiento que causó en las hasta ahora tan rígidas y nada solidarias instituciones públicas y privadas.

En verdad fue impactante enterarnos de que los bancos del país reportaron la no apertura de más o menos la mitad de sus sucursales y de que una enorme proporción de las dependencias públicas y privadas, hasta este histórico final e inicio de semana tan reacias a dar apoyo a las causas y luchas sociales de cualquier índole como no fueran las institucionalizadas y oficiales, como el Día del Trabajo, hayan dado su anuencia para la participación de sus trabajadoras en el paro.

El impacto económico de Un día sin mujeres, que un banco privado estimó en 34 mil 751 millones de pesos en un solo día, ante la revolución institucional que implicó el paro en un país muy rezagado en la actualización de los derechos de la mujer, la supresión de la inequidad y la superación del ancestral machismo, creemos, bien valió la pena, pues aunque las pérdidas signifiquen más del 1% del PIB de México los efectos a futuro del movimiento en comento seguramente significarán un aumento progresivo del bienestar de la humanidad en general, integrada en poco más del 50 por ciento por mujeres.

Claro que la aceptación generalizada –gubernamental y empresarial– de la suspensión de las labores de las mujeres no fue pareja, mas a pesar de que en algunos casos haya sido a regañadientes el objetivo se superó con creces. En Quintana Roo, por ejemplo, el gobernador Carlos Joaquín González y la mayoría de las autoridades municipales manifestaron desde el primer momento su anuencia a la ausencia laboral de las burócratas y en el caso del mandatario estatal incluso se sintió alentada.

A nivel nacional fue muy distinto: durante semanas el presidente Andrés Manuel López Obrador no solo no estuvo de acuerdo con el movimiento 9M, sino que lo denostó y acusó a sus organizadoras –¡qué raro!– de estar armando el clásico "complot" en su contra y de seguir los dictados de sus "adversarios"; las insultó acusándolas de ser conservadoras súbitamente convertidas en feministas, y solo ante la inminencia del éxito de la convocatoria dio su brazo a torcer y cambió su discurso a la comprensión y al apoyo incondicional.

En fin: las mujeres lograron lo importante, lo trascendental. Estamos seguros de que lo que pasó el 8 y 9 de marzo será calificado por las generaciones venideras como un hito detonante de la revolución rosa que transformará a la humanidad.


HOMÚNCULOS

Increíble: todavía ayer el presidente, luego de la felpa que se llevó y la caída de cuatro puntos solo el domingo en su índice de aceptación entre sus compatriotas –junto con el peso y la bolsa–, ¡volvió a decir que el tema de las protestas por la inequidad de género y sobre todo por los feminicidios se deben a la súbita transmutación de los monstruos conservadores en pseudofeministas, y eso que ya había reculado de esta abstrusa postura y "reconoció" causas y razones de las mujeres inconformes, que fueron muchas más de las que nadie hubiese podido imaginar.

Esto no es una ironía, aclaramos: es evidente que López tiene serios problemas de estabilidad emocional y adolece de dificultades para razonar, pues no es posible que un mandatario de la república actúe como la. Chimoltrufia: su equipo sintió la enorme presión ciudadana por la causa de las mujeres y le recomendó que cambiara su postura en extremo hostil contra las mexicanas –no solo las feministas– que en principio ni siquiera se quejaban primordialmente contra él y su gobierno, y todo se volvió apapacho y comprensión.

Mas poco duró el gusto: al punto volvió el lunes al paranoico discurso del complot de la derecha que se puso faldas para atacarlo y para descarrilar eso que ridículamente llama cuarta transformación. Nada que sorprenda, pero lo que sí nos dejó de una pieza fue su declaración sobre la caída de los precios del petróleo por la emergencia del Covid19, que los perversos sauditas utilizaron arteramente para golpear los demás países productores anunciando un aumento en la producción en vez de los recortes recomendados por la emergencia global.

Pues Andrés Manuel se aventó la puntada de que eso iba a ayudar a la economía mexicana, que tuvo un catastrófico desempeño con contracción el año pasado y en el corriente barrunta cifras que, semana por semana –o casi día a día–, se ponen más negras según todos los especialistas domésticos y mundiales. Eso ya es demencial. López, que nació en la política gracias a su vandálico bloqueo de 51 pozos petroleros en su natal estado de Tabasco en 1996, desde mucho antes de ocupar la silla presidencial sentenció que la economía del país habría de petrolizarse, y por eso sacó la chifladura de la inviable refinería de Dos Bocas, que si se hace será a fortiori y no porque vaya a servir para maldita sea la cosa.

Nos tememos que el cerebro del presidente se estancó en el siglo pasado, cuando el petróleo era el negocio más grande del planeta y no se ha dado cuenta que ahora solo alcanza para seguir enriqueciendo a las potencias de la OPEP. Para nosotros no es negocio: si la cotización del petróleo se eleva, nuestras cuantiosas importaciones de gasolinas y gas nos dañan mucho; si desciende, las exportaciones mexicanas de hidrocarburos implican una caída en el ingreso nacional y el daño es peor.

Los árabes siguen y seguirán ganando por su predominio en el negocio y porque, al ser propiedad de emires y jeques, no nacional, no hay problema de malos manejos y/o corrupción en los campos petroleros, factores que nos sacaron de la jugada en la que ilusamente confió José López Portillo Pacheco para, según él, "administrar la abundancia" desde la Colina del Perro.

Sería genial, para quienes sentimos curiosidad científica siendo legos, observar la imagenología del cerebro de López Obrador cada vez que declara una estupidez como esa en sus cada vez más grotescas conferencias de prensa cotidianas. El que esto escribe sí pagaría una lana por ver eso. ¡Qué Star Wars ni que nada!


GRILLOGRAMA

Locochón, locochón él...


No es mentiroso o sin ética

El pedo es que no hay cristiano

Que prescriba a este fulano

Su resonancia magnética


columnacafenegro@gmail.com


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