Posturas frente al 9 de marzo
- Óscar González
- 25 feb 2020
- 4 Min. de lectura

(COLUMNA EN NOVEDADES). Son mucho más las coincidencias que las divergencias entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador de Quintana Roo Carlos Joaquín González, pero afortunadamente cuando ha sido necesario discrepar el mandatario estatal lo ha hecho con firmeza. Destacaban entre los desacuerdos los temas presupuestales, administrativos y económicos, pero el de los feminicidios se ha vuelto emblemático.

En la última reunión de la Conago Joaquín, justo cuando López era cuestionado por su postura ambigua y hasta hostil con la causa femenina –no necesariamente feminista–, declaró sin ambages su apoyo a la protesta por los feminicidios del 9 de marzo, lo cual es alentador si se tiene en cuenta que Quintana Roo es uno de los estados con peores cifras referidas a este mal, amén de que el país de por sí está muy mal calificado en el rubro.
El lunes 10 López no solamente no ocultó su molestia, sino que casi con ira se quejó de una protesta contra el fiscal general de la república por pretender, a través de la reforma penal, desaparecer el delito de feminicidio reclasificándolo como homicidio calificado con agravante de feminicidio. Las protestas no han cesado desde entonces y el presidente ha sido cada vez más desdeñoso con los grupos de inconformes obviamente que integran sobre todo –mas no únicamente– mujeres y colectivas feministas.
En los días subsecuentes el presidente no solo no dio su brazo a torcer, sino que emprendió groseros ataques contra las feministas, planteando que la protesta del 9 de marzo está siendo organizada por sus adversarios –los de siempre–: la derecha, los conservadores y los privilegiados de antaño.
No omitió sus típicos chistes acompañados de su peculiar sonrisa torcida (al de la letra le parecen malísimos, pero hay que reconocer que la mayoría de los mexicanos todavía se los aplaude como focas), como cuando dijo que ahora los conservadores se volvieron feministas con tal de atacarlo.
El Colectivo Dignas Hijas entregó en la Presidencia de la República un manifiesto en el que rechazan el decálogo que presentó el presidente pues no aborda estrategias concretas para solucionar el grave problema del elevado feminicidio, a lo que el jueves pasado respondió con sorna en su homilía matutina que "no porque vivieron a hacer una manifestación yo voy a renunciar a mis convicciones de siempre, si por eso luchamos: luchamos para lograr un cambio en lo material y en lo espiritual".
A todas luces, López es un gobernante democrático y tolerante solo de dientes para afuera, pues para su muy particular manera de conducir al país solo sus decisiones cuentan y no le hace caso ni a sus más cercanos, por muy expertos que sean en los temas: su misma esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, que en un principio apoyó en Twitter de manera muy decidida al #9M, horas después estaba criticando acremente al movimiento de protesta. El viraje se debió, al menos en lo visible, a que en las redes sociales los todavía mayoritarios seguidores fanáticos del presidente la emprendieron contra la historiadora diciendo que la protesta era contra el presidente, aunque, no dudamos, dado el estilo autoritario de gobernar que ha demostrado, que desde el Palacio Nacional haya salido un jaloncillo de orejas.
Cierto es que todavía es enorme la aprobación al presidente López por la mayor parte de los mexicanos, pero ya no tanto como al principio. Sus constantes yerros, el maltrato a muchos de los mexicanos que lo apoyaron para llegar a la presidencia –como muchas feministas, ahora prácticamente estigmatizadas– y los infames resultados de su joven gobierno en prácticamente todos los rubros –señaladamente seguridad y economía– han hecho que, según Consulta Mitofsky, la calificación positiva haya caído de un 67.1% en febrero de 2018 a un 57.6% en el mes pasado, mientras que en los mismos hitos la desaprobación se haya elevado de 28.4 a 42.2%; es decir que la brecha de 38.7 puntos de hace un año, se redujo a solo 15.4, lo cual, aunque todavía alto, es un margen que ningún analista demoscópico o electoral consideraría insalvable per se.
Habrá que ver la afectación que implica para la popularidad de López su obcecación por el asunto de la protesta contra el feminicidio, y cobre todo si eso a fin de cuentas incide en retrocesos en la lucha contra ese flagelo. Aquí, en Quintana Roo, por lo menos en lo que se refiere a las autoridades locales, nos sentimos un poco más tranquilos.
HELADA MADRINA
Una salida muy inteligente al intríngulis por el capricho presidencial de acabar con los fines de semana largos (puentes), que habría que tomar en cuenta dado que al gobierno federal se le hizo bolas el engrudo, lo ofreció ayer la senadora panista Mayuli Martínez Simón.
La joven parlamentaria quintanarroense propuso establecer como días de descanso obligatorio los últimos viernes en los meses de mayo, junio, septiembre y octubre, que coincidirían con los viernes de Consejo Técnico Escolar, donde ya se estipula la suspensión de clases.
"Estos fines de semana de convivencia familiar –cita el comunicado– coincidirán con los viernes de Consejo Técnico, serán tres días donde las familias tendrán la oportunidad de convivir y al mismo tiempo generar una derrama económica en los destinos turísticos. Esta es una opción viable para garantizar el sano esparcimiento de los menores en familia y proteger a la industria turística de la cual dependen más de 10 millones de familias. La propuesta la presentaré con la senadora Josefina Vázquez Mota”.
Mientras Miguel Torruco Marqués, secretario de Turismo, los demás involucrados en su gabinete y los legisladores del Morena están tratando de deshacer el entuerto provocado por la ocurrencia trasnochada del presidente, surge una propuesta que suena relativamente coherente, pues lo deseable en realidad sería dejar el calendario escolar y laboral tal como está.
Al menos alguien pone cerebro a los asuntos nacionales, mientras los que tienen el poder solo están preocupados por pavimentar las tortuosas vías de la imaginación del jefe máximo López.
HOMÚNCULOS
A mis "amlovers", "pejezombies" y chairos irredentos les recuerdo que el elegante y distinguido nombre de su rancho en Palenque no se lo pusieron sus adversarios: los neoliberales ni los conservadores. Es un prístino producto de la cultura de Andrés Manuel López Obrador, no por nada conocido como El Cacas... tan fino él...
GRILLOGRAMA
Puente presidencial...
De una vez pongamos esto:
Que el Peje ya no haga nada
Y se vaya a La Chingada
En cada año no bisiesto
columnacafenegro@gmail.com

















