Quintana Roo, entre las patas
Un galope desbocado de calamidades que acechan a México por el desempeño de su gobierno se llevaría entre las patas al éxito económico de un estado que ya se veía firmemente instalado en el desarrollo merced a uno de los crecimientos más altos del país, cuando apenas se estaba reflejando –documentado– en el nivel de vida de la población.
Angustia la peor cifra de empleo en décadas, el más bajo crecimiento para un primer trimestre de un gobierno federal en cuatro, un brutal recorte de más de cinco mil empleos en el gobierno federal en las pocas semanas que tiene la presente administración, mas no nos sorprende que en sus conferencias de prensa “mañaneras” el presidente insista en que vamos a pedir de boca ni que los reporteros que asisten le aplaudan como focas incluso sus malísimos chistes, sino que hasta ahora el pueblo de México le siga creyendo: su popularidad es hoy más alta que cuando fue elegido por un enorme margen de votos.
Para Andrés Manuel López Obrador son mentirosos y le tienen ojeriza no solo los medios de comunicación que reportan un alarmante deterioro nacional en apenas poco más de 100 días, sino que los organismos internacionales para el desarrollo, las entidades financieras, las calificadoras crediticias y hasta el Banco de México son falaces, no saben su trabajo y hasta mienten con tal de hacerle la mala obra.
Todos coinciden en una dramática reducción de las perspectivas de crecimiento del país que arrojan tasas mucho muy por debajo del guajiro porcentaje de más del cuatro por ciento que “decretó” el mandatario: nadie, salvo los prestidigitadores económicos del presidente le apuesta más arriba del 1.5 por ciento de crecimiento del PIB –concepto económico porfirista y neoliberal, sentenció ayer–, lo cual es recesión técnica.
¿Por qué este precoz fracaso es especialmente triste para Quintana Roo? La mayoría de los estados se verán frustrados respecto a sus expectativas y los pobres quedarán en el mejor de los casos al borde de la miseria y se sumarán a los siete que ya presentan depauperación. El nuestro está en el tercer mejor lugar con una tasa de 4.1 por ciento anual, solo detrás del fenomenal Baja California Sur, con 13.7 de expansión, y Aguascalientes, que crece a un ritmo de 4.5.
Las abstrusas políticas económicas lopezobradorcistas desgraciadamente nos pueden arrastrar a sótanos porcentuales como los de Nayarit (0.0), Durango (-0.1), Chiapas (-0.5), Morelos (-0.7), Campeche (-1.4), Tlaxcala (-2.4), y Tabasco, estado de origen del primer magistrado de la nación, que presenta la espeluznante contracción anual 6.6 por ciento.
El retroceso ya es real, y lo dice el INEGI, no la mafia del poder o la prensa fifí: al cabo del primer trimestre de este año con respecto al precedente de 2018, en la producción de materias primas y alimentos el PIB apenas subió dos décimas de punto porcentual; en industria y manufacturas se retrocedió 0.6 por ciento y en banca, servicios y comercio se cayó 0.2 centésimas.
Algunas voces irresponsables –ultra chairas, digamos– alegan que la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México fue una decisión que se merecían los fifís empresarios del ramo, pintados como ricachones que le quitaban a los mexicanos recursos para cebarse en sus negocios, pero a ver qué dicen cuando empiecen a cerrar hoteles, restaurantes y otras fuentes de empleo del sector porque, en efecto, no son instituciones de beneficencia sino negocios en los que se invierte capital nacional y extranjero (HASTA AQUÍ COLUMNA EN NOVEDADES).
¿Será que esto tan grande se acabó?
HOMÚNCULOS
Más puñaladas provenientes del gobierno federal. No se hará nada contra la arribazón de sargazo. La ceguera de Andrés Manuel López Obrador y sus lacayos –no es despectivo el sustantivo, sino solo descriptivo: sus reclutas gubernamentales están ahí solo para aplaudirle por la divina gracia del empleo y el protagonismo– es tan, tan absoluta, que ni siquiera le cuidan las arcas.
Se sabe bien que las únicas divisas no comprometidas y gastadas de antemano –como sí lo son las de Pemex y las que envían los trabajadores mexicanos en el extranjero norteamericano– provienen de la industria turística, ahora tan dejada de la mano de dios por obra y gracia del “Peje” y su lugarteniente Miguel Torruco Marqués, quien vivió y se enriqueció de la industria a la que hoy le muerde la mano, como perra brava.
Al presidente López le importa un pepino el turismo. Su obsesión con Pemex y el robo de combustibles, con la desconstrucción de todo lo que hubiere hecho todo gobierno precedente, está hundiendo a los motores económicos que funcionaban, como el turismo –casi único–, a lo que contribuye el retiro de miles de efectivos policiales que habían sido destacados en el violento Cancún para ponerlos a tapar agujeros en las tuberías de distribución del moribundo Pemex.
Este inepto le está torciendo el cuello a la gallina de los huevos de oro. ¿Qué zopenco presidente que ni idea tiene de la economía del país!
GRILLOGRAMA
Enemigo de Quintana Roo…
Hay quien defiende, cegado
Con disculpas chaqueteras
Idioteces que pudieras
Ver resulto de un ¡cagado!