Difícil, para Otoniel Segovia
Antes, en la era tricolor, era de bostezo lo que sucedía en el Ayuntamiento de Othón P. Blanco; era meramente un asunto entre cuates correligionarios. Ahora sucede todo lo contrario: ya casi sin posibilidad de distinguir colores partidistas, ahora el cabildo capitalino parece una arena en la que se pelean salvajemente pandas rivales.
Otoniel Segovia Martínez es el suplente legal del ahora expresidente municipal de Othón P. Blanco, quien como lo advertimos desde que estaba en campaña no está en condiciones de salud suficientemente adecuadas para gobernar. Venció su licencia y el cabildo no debiera haberse negado a tomarle la protesta al histórico perredista, pero se impuso el happening político a la ley.
Podemos entender que a varios concejales no les guste este personaje de izquierda más o menos radical, pero no solo entronizarlo sería cumplir con la ley: hay que recordar que Hernán Pastrana Pastrana llegó a la presidencia precisamente por el voto a favor de la izquierda encabezada a nivel nacional por Andrés Manuel López Obrador, así que con sus resistencias estarían conculcando la voluntad del pueblo.
Ayer, un poco más tarde de estar redactando esto, en sesión convocada a las seis de la tarde, Otoniel Segovia estaría rindiendo protesta: el cabildo puso de pretexto para la posposición que hacía falta la renuncia de Hernán Pastrana de manera formal. Puede que haya estado procedimentalmente apegado a la normatividad, pero al final resultó un ruido innecesario que no le augura nada bueno al próximo alcalde.
El partido histórico en el que creció y fue líder Segovia ciertamente ya no existe en la realidad y casi ni nominalmente, pues el Morena ha cubierto todo el espectro político del centro a la izquierda a nivel país. El PRD ya es una mera ficción, así que el próximo alcalde, con una cabildo evidentemente rebelde, en principio no la tendrá nada fácil. No es que un regidor tenga tanto poder per se, pero para planes, proyectos y sobre todo la obtención de recursos económicos de las ya de por sí paupérrimas arcas municipales la aquiescencia del cuerpo edilicio es imprescindible.
Para cuando el lector nos brinde el favor de mirar estas líneas, probablemente Otoniel Segovia ya será presidente municipal de la demarcación capitalina, porque así lo define la normatividad en la materia, pero de ahí a la gobernabilidad puede haber un largo trecho. No ayuda desde luego el escandaloso nepotismo que anidó en el Palacio Municipal de Chetumal desde su conformación, que ha sido motivo de queja tanto al interior como desde fuera del ayuntamiento.
Chetumal es una ciudad desastrada no solo desde la llegada de la actual administración, sino desde hace varias. La basura es un problema tercermundista. El estado de las calles –aunque buena parte de la ciudad es atendida, o desatendida, por el gobierno estatal– es lamentable. Ya no puede continuar el deterioro.
Es posible que Otoniel, porque es una persona inteligente y capaz, pueda significar algún tipo de solución para Chetumal y las decenas de comunidades de este municipio habitado por casi un cuarto de millón de personas, pero será necesario que los regidores dejen a un lado los forcejeos políticos para que la gestión del nuevo alcalde sea, en principio, por lo menos viable.
Es obvio que los políticos deben conservar su identidad, y si son opositores, oponerse, pero cuando la vida pública, el bienestar de la gente, estén comprometidos, es menester ceder en lo razonable: sería la mejor de las políticas.
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