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Se amotinan polis en Cancún: farsa

  • Foto del escritor: Óscar González Ortiz
    Óscar González Ortiz
  • 6 nov 2018
  • 3 Min. de lectura

Es claro que los policías sublevados en Cancún son unos pillos enquistados en la corporación que tratan de defender sus privilegios a toda costa.

A la huelga de los policías municipales en Cancún no se le puede llamar “protesta”; es un amotinamiento con el alevoso y ventajoso uso de la fuerza que fue depositado en sus manos para, de ser necesario, mantener la paz de la comunidad y garantizar la seguridad a la ciudadanía.

Con sus brazos caídos los uniformados están proyectando que no les importa la función, más bien misión, para la que fueron contratados y por la que los ciudadanos les pagamos.

Los policías municipales en paro, pues no son todos, proyectan el abuso de poder y confirman que la violencia ha sido un ejercicio constante para ellos; esa violencia de la que toda la población de Quintana Roo está harta y que ha sido fincada aquí por grupos criminales.

No sería muy equivocado suponer que esos mismos policías son los que han sido infiltrados por el narco: los que alertan a los criminales de operativos e investigaciones en su contra; los que dejan libres a gatilleros, los que se hacen ciegos ante el tráfico de drogas en las calles de esta ciudad.

No es una protesta, es un amotinamiento en instalaciones de seguridad, y los insurrectos son policías carentes de la disciplina y el orden fundamentales para enfrentar la tarea de garantizarnos a los ciudadanos estar más seguros.

Son una autoridad del orden sin orden, acostumbrados al autogobierno, a someter a los mandos a filtrar información a cambio de dinero.

Hay que precisar, con base en un comunicado oficial, que es un grupo de la policía preventiva, no todos. A la huelga de los policías municipales en Cancún no se le puede llamar “protesta”; es un amotinamiento con el alevoso y ventajoso uso de la fuerza que fue depositado en sus manos para, de ser necesario, mantener la paz de la comunidad y garantizar la seguridad a la ciudadanía.

Con sus brazos caídos los uniformados están proyectando que no les importa la función, más bien misión, para la que fueron contratados y por la que los ciudadanos les pagamos.

Los policías municipales en paro, pues no son todos, proyectan el abuso de poder y confirman que la violencia ha sido un ejercicio constante para ellos; esa violencia de la que toda la población de Quintana Roo está harta y que ha sido fincada aquí por grupos criminales.

No sería muy equivocado suponer que esos mismos policías son los que han sido infiltrados por el narco; los que alertan a los criminales de operativos e investigaciones en su contra; los que dejan libres a gatilleros; los que se hacen ciegos ante el tráfico de drogas en las calles de esta ciudad.

No es una protesta, es un amotinamiento en instalaciones de seguridad.

Son policías carentes de la disciplina y el orden fundamentales para enfrentar la tarea de garantizarnos estar más seguros.

Son una autoridad del orden sin orden, acostumbrados al autogobierno, a someter a los mandos a filtrar información a cambio de dinero.

Podrían ser también criminales con permiso de portar armas. Hay que precisar que es un grupo de la policía preventiva, no todos. Además no participó ningún miembro de los otros mandos como los policías turísticos ni los policías de tránsito . Fue un motín de ese grupo, realizado con agresión física. Ese grupo violento es el que domina la policía preventiva en una especie de autogobierno.

Nunca se presentó un pliego de inconformidades con evidencias y firmas que sustentaran la protesta, y se expresara ante la Contraloría y/o Derechos Humanos y/o Asuntos Internos y/o Consejo de Homor y Justicia y/o la Presidencia Municipal. Es decir, se ignoró todo tipo de institucionalidad.

El punto clave del motín es el control de la institución. No participó ningún miembro de los otros mandos como los policías turísticos ni los policías de tránsito .

Fue un motín de ese grupo, realizado con agresión física. Ese grupo violento es el que domina la policía preventiva en una especie de autogobierno.

Nunca se presentó un pliego de inconformidades con evidencias y firmas que sustentaran la protesta, y se expresara ante la Contraloría y/o Derechos Humanos y/o Asuntos Internos y/o Consejo de Homor y Justicia y/o la Presidencia Municipal. Es decir, se ignoró todo tipo de institucionalidad.

El punto clave del motín es el control de la institución.

Esto se dice. Parece razonable.


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