Uruapan: el amor acaba

Café negro

Muertos y orígenes no “originarios”

Óscar González Ortiz

columnacafenegro@gmail.com

Saber, con base en información histórica y científica, que la celebración del Día de Muertos en México y Mesoamérica –no la conmemoración religiosa de los difuntos– no tiene su origen en lo que la Cuarta Transformación llama los “pueblos originarios” –cuando la palabra castellana “indígena”, que siempre habíamos utilizado, significa exactamente lo mismo, puede romper el corazón de muchos “compas” folclorizantes, que se sienten llamados a ser paternales con las razas que habitaban América antes de la conquista europea, pero es la única verdad.

Los indígenas no necesitan mentiras, que se convirtieron en lugares comunes, para defender su dignidad, sino justicia social, que para distinguirla del vocabulario posrevolucionario-priista calificaremos mejor como política, económica y cultural, aunque la retórica del obradorato así lo haya establecido, en coincidencia, en el caso del día de muertos el equívoco –o por lo menos la imprecisión– esté casi universalmente extendida entre los mexicanos.

Casi no nos ocupamos de combatir dicha creencia, pues en nada nos perjudica que el pueblo crea en mitos, deidades o héroes de pacotilla –casi todo lo que se aprende en las escuelas, sobre todo en historia, cae en estas categorías de la falsedad–, salvo cuando el perpetrador de mentiras sea una autoridad, máxime –con excepción del seno familiar­–cuando tiene la obligación de educar.

Al escuchar a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, una mujer culta, formada en altos niveles de la ciencia y el conocimiento, aseverar junto a un altar de muertos, sin duda muy bello, que la celebración del día de muertos había nacido en México, afirmación ciertamente no solo inexacta, sino totalmente abstrusa, pensamos, pensamos que sucedía una de dos cosas: habíamos sobrevalorado las capacidades intelectuales de la presidenta o, con tal de sostener el nacionalismo chovinista tan caro a su predecesor Andrés Manuel López Obrador, prefirió reproducir un engaño favorito de la patria de oropel del oficialismo.

No tenemos duda de que se trata de una mujer mucho más preparada e informada que el expresidente, que prefirió no confrontar sin mayor necesidad el nacionalismo trasnochado de su jefe político, decidió darle atole con el dedo al pueblo bueno pero bruto y dejó para mejores momentos y temas más importantes algunas correcciones a la anterior política de país globero y bicicletero.

Sheinbaum reprodujo una narrativa falsa y populista para no pintar más límites de lo necesario con el chovinista tabasqueño, justo después de asumir una postura conciliatoria y positiva sobre las relaciones de México con el Reino de España, sin perder un ápice de dignidad.

Por una parte, se congratuló del otorgamiento del Premio Princesa de Asturias a la gran fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, famosa entre otras cosas por haber fotografiado objetos personales e íntimos de Frida Kahlo, en la categoría Artes, y al Museo Nacional de Antropología e Historia, en Concordia; por la otra, celebró que el ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, si bien no es el rey Felipe VI, si forma parte del gobierno español, en el marco de la exposición de arte precolombino “La mitad del mundo. La mujer en el México indígena”, que estará abierta en Madrid hasta el 15 de febrero de 2026, en la inauguración reconoció: “También ha habido dolor. Dolor e injusticia hacia los pueblos originarios (…). Hubo injusticia: justo, es reconocerlo hoy, y justo es lamentarlo, porque esa es también es parte de nuestra historia compartida, y no podemos ni negarla ni olvidarla”. Mientras siga manejando la política exterior de México y otros temas fundamentales con su propia agenda, de carácter muy firme, pero con talento diplomático, con el que ha toreado con inusitado éxito al energúmeno Donald Trump en el tema de los aranceles y frente a la revisión del TLCAN, no importa tanto que le diga al pueblo bueno que la luna es de queso, si eso lo hace feliz.

¿O sí?

HELADA MADRINA

Tenía toda la razón Lorenzo Córdova Vinanello cuando en mayo de 2015, en una conversación telefónica, desde luego ilegalmente grabada, según él, contaba a un amigo que un supuesto líder indígena, en una reunión, decía cosas tan impostadas y lejanas al verdadero modo de expresarse de las etnias norteamericanas, desde México hasta a Canadá, como las que expresaba el amigo piel roja del legendario Llanero Solitario, Tonto –comprensiblemente cambiado en versiones españolas de los capítulos televisivos por “Toro”–, tales como “mí estar con Kimosabee y querer comer barbacoa de búfalo”.

Claro que la chairiza cuatroteísta, que ya galopaba en caballo de hacienda hacia la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, –apoyada por los medios y comunicadores gobiernistas y demás, que ya percibían el dulce aroma del embute– se le fue a la yugular, acusándolo de racista y clasista –¡cuántos istas!–, cuando lo único que hizo fue ridiculizar con justeza a una impostura utilizada con fines de chantaje político por un sujeto que seguramente habla, en la cotidianidad, de manera similar a la del lector y a la del que pica estas letras: normal.

Si, como suponemos, la presidenta Sheinbaum conoce la historia real de las festividades del Día de Muertos y sabe que el origen está en las tradiciones y ritos de los pueblos celtas del medioevo, que incluían a los de la Costa Cántabra de España y llegaron a México y América hispanohablante a través de los conquistadores y colonizadores, así como a la América angloparlante lo hicieron con la inmigración desde las islas británicas, particularmente la irlandesa, al dirigirse a la población mexicana, que apoya en una mayoría casi inverosímil a los gobiernos de la 4T, se comprende que haya sostenido la chovinista idea de que las celebraciones de muertos de finales de octubre y principios de noviembre en el mundo tengan origen en las culturas mesoamericanas prehispánicas, aunque debiera bastar de que éstas las enriquecieron prodigiosamente con las tradiciones autóctonas.

Es de lamentarse que los gobiernos se vean impelidos a simular y mentir por razones –o sinrazones– meramente populistas, que son sello e impronta de la 4T.

HOMÚNCULOS

Sheinbaum dedicó media conferencia matutina a asegurar que los angustiosos reclamos por la falta de atención de las instituciones federales de seguridad pública y de la propia mandataria a los llamados urgentes del asesinado alcalde de Uruapan, el independiente Carlos Manzo, fueron atendidos de manera expedito, casi con fruición, por un conjunto de corporaciones encabezadas por su secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch.

Lo anterior no coincide con las frecuentes demandas mediáticas que el ultimado edil emitió desde hace muchos meses a través de los medios de comunicación y que tal vez hayan sido la causa eficiente de su ejecución, acaecida justo el sábado, en medio de las celebraciones de los difuntos.

De manera inopinada, aunque políticamente explicable, el gobernador de Michoacán Alfredo Ramírez Bedolla acudió a las exequias del munícipe, pero al acercarse al féretro fue recibido con una bofetada por parte de una indignada pobladora y con imprecaciones que lo señalaban como culpable del óbito, en hechos por cierto ocultados por la prensa y los noticieros nacionales.

Pero si como las tablas de la ley de la Cuarta Transformación indican que los gobiernos deben conducirse no siguiendo la razón, sino teniendo contenta a la gente, en este caso ni 365 mañaneras seguidas harán que la gente de Uruapan y buena parte de la opinión pública nacional crean en la acuciosa y oportuna actuación gubernamental de la narrativa de la presidenta, para cambiar las porras y vítores de antaño por un indignado clamor.

Tal cual cree el obradorismo, lo importante es la percepción. Por lo visto, así será.

GRILLOGRAMA

Popularidad, ¿difunta...?

De contenta, brincos daba

La orgullosa presidenta

Pero ahora se da cuenta

Que todo el amor acaba