Sin algodones ni colchonetas

(COLUMNA EN NOVEDADES). La transición aterciopelada en el gobierno de Quintana Roo, como era de esperarse, no duró mucho; tal vez ni siquiera hubo tal, sino una salvaguarda de las composturas políticas, de los modales y de un vodevil que había que representar, acaso no solo por razones siniestras de conveniencia personal, sino porque el estado requería una transmisión de estafeta sin sobresaltos ni escándalos.

Mas –suele suceder así– a la hora en que salieron a relucir las cuentas, los haberes y los deberes, los capitales y los pasivos, la comedia cedió el paso a la tragedia: la gobernadora María Elena (Mara) Lezama Espinosa, papelitos en mano, le reclamó acremente a su antecesor Carlos Joaquín González un estado de las finanzas públicas, según ella, peor que caótico.

No se dio en el congreso a la hora del traspaso oficial de la égida estatal, ni Mara –no somos igualados: así llama todo Quintana Roo a la flamante gobernadora– dejó que la impresionante verbena popular con la que se entronizó, ya no ante los representantes de los poderes, sino ante el pueblo, en la Explanada de la Bandera de Chetumal fuera manchada con reproches disonantes y reclamos furibundos.

Mas ya se hacían las quinielas entre los observadores de la cosa pública: ¿Cuánto tiempo tardaría la gobernadora Lezama en exhibir la ropa sucia de la administración joaquinista? Los más conservadores estimaban que se esperaría a que el exgobernador al inmueble de la calle O’Connor en Ottawa, Canadá, para tomar el cargo de embajador que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que le esperaba al terminar su periodo de mandatario estatal. Los más antropófagos auguraban que sería apenas tomara ella las riendas del estado. Los segundos tuvieron la oportunidad de relamerse los colmillos sanguinolentos: apenas se allegó de las cifras, la mandataria no dudó en denostar a su antecesor.

El estado de las finanzas públicas de la entidad caribeña resultó ser mucho peor de lo que se había admitido, y como dicen los jugadores de cubilete en las cantinas del puerto de Veracruz, “ahí estuvo la falsedad”, pues en realidad, en el impacto colectivo de la información, más que lo impactante de los pasivos por alrededor de cinco mil millones de pesos y otras yerbas no tan menores, fue no haberla dado a conocer a tiempo y esperar ilusamente que la nueva gobernadora se la perdonara a Carlos Joaquín, pues a fin de cuentas son opositores, amén de que cada nuevo gobernador se ceba siempre con su antecesor, culpándolo del calentamiento global, de la guerra ruso-ucraniana y de que a las gallinas no se les hinchó poner su cotidiano huevo.

No hay mucho de anormal o de inusitado en esta narrativa sexenal: no creemos de ninguna manera que las quejas e invectivas de la gobernadora Mara lleguen a tener tal calado que obstruyan la nominación de Carlos a la boreal embajada, que algunos por cierto han imaginado como si de un confinamiento en un gulag de Siberia se tratase, pero en realidad, aunque en Canadá sí hace mucho frío en otoño e invierno, se trata de uno de los tres socios del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica –del que México forma parte, junto con Estados Unidos, y que es el más importante de mundo en cuanto al intercambio de bienes, servicios y finanzas del mundo– y es junto con Australia, los países nórdicos y Estados Unidos– de los países con más bienestar para la población.

Los primeros bosquejos del gobierno de Lezama han salido muy bien. Es una mujer muy carismática, simpática –su paso por los medios de comunicación la pulieron en este sentido, amén de que de por sí es una persona que cae bien–, mientras que Carlos Joaquín sufrió durante seis años de exigüidad de simpatías populares, pues es un hombre adusto, de trato, aunque educado, más bien seco.

No creemos que las cifras del quebranto de las finanzas públicas del estado sea tan terrible –estuvimos revisando someramente la situación de los estados del país, y muy pocos pueden presumir de finanzas apenas satisfactorias, reflejo de lo que sucede en el país y el mundo, pero ese epíteto de villano, sólidamente ayudado por las declaraciones de la gobernadora –así es la política– no se lo va a quitar, así se lo devore un oso polar cuando salga a regar las plantas en su patio de Ottawa.

C’est la vie.

HOMÚNCULOS

Nos parece muy oportuno que Mara Lezama haya sacado a relucir las cuentas de los pasivos del gobierno anterior, y sobre todo que lo haya hecho respaldada en la contabilidad gubernamental, pues aleja suspicacias de que hubiese inquinas o malas voluntades. Nadie antes lo hizo tan temprano en su administración, por lo que siempre se sospechó que las culpas tardías eran más bien ardides para disimular el propio fracaso. Ahora tenemos claro de dónde parte el naciente periodo gubernamental en el estado y al final sabremos quién es quién.

Lo que llama la atención luego de este oportuno lavado de manos, es que los mismos y otros que adoraron a Félix González Canto y pusieron como lazo de cochino a Joaquín Hendricks Díaz, pero que a la llegada de Roberto Borge Angulo le dieron la espalda a su antecesor, fustigándolo despiadadamente, y luego denostaron a todos los anteriores al triunfo, por primera vez no priista, de Carlos Joaquín González, son los que ahora porfían publicando contra el hasta hace semanas gobernador, amargándole su camino a Ottawa como representante de México y López Obrador ante Canadá.

Ingratitud, infidelidad, falsedad, hipocresía, doblez, canalla…, tiernos adjetivos que no usamos para no sacar los mucho más altisonantes que obran el Diccionario de la lengua española de Alvardo, Veracruz, especialmente ese que empieza con cul… y acaba con …eros.

Cuidado con los alacranes, las víboras y las tepocatas prietas, Mara: son mayoría.

GRILLOGRAMA

¡Aguas con las hipocresías!…

Ah, pero que re-chulos

Estos rastreros rampantes

Que hoy despotrican, más antes

Vivían lamiendo c…

columnacafenegro@gmail.com