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Los huracanes no son para la grilla

  • Foto del escritor: Óscar González Ortiz
    Óscar González Ortiz
  • 1 jul 2024
  • 5 Min. de lectura

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(COLUMNA EN NOVEDADES), La considerable distancia de nuestro estado a la que el ciclón Beryl adquirió tal nombre y la gradual confirmación de la trayectoria tempranamente pronosticada por el Centro Nacional de Huracanes de Miami —que es prácticamente la única fuente meteorológica de origen para los pronósticos de tormentas para las costas de los dos océanos que bañan a México, pues el Servicio Meteorológico Nacional de la Comisión Nacional del Agua, en ese sentido, solo retoma y puntualiza particularizando para nuestro territorio aquellos boletines, posibles gracias a una tecnología que no poseemos— han permitido contar con advertencias muy tempranas del potentísimo meteoro que hoy azota a las islas de Barlovento, en las Antillas menores y se dirige hacia las costas de Quintana Roo; el centro del cono de la típica gráfica apuntaba hacia el municipio maya Felipe Carrillo Puerto, cerca de la muy poco poblada Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an. Más tarde la trayectoria pronosticada pasaba justo sobre la capital, Chetumal.

Durante el fin de semana supimos del vertiginoso paso de perturbación tropical a huracán categoría 4 en la escala Saffir-Simpson —calificado como extremadamente peligroso— al llegar a las islas de Barlovento, lo que implicaba evacuaciones de poblados por los vientos extremos y el riesgo de inundaciones, por lo que las fuerzas armadas, las autoridades federales y municipales, encabezadas por las estatales y bajo la conducción de la gobernadora Mara Lezama Espinosa, paralelamente al desarrollo del meteoro se abocaron a la preparación, pues si bien se enfrentó con bastante capacidad y solvencia, la tormenta Alberto nos tomó un poco de sorpresa y resultó tan peligrosa que, sin necesidad de convertirse en huracán —con vientos sostenidos de poco menos de los 118 kilómetros por hora que implica esa denominación—, debido a sus torrenciales lluvias causó varios decesos por caudalosos escurrimientos en el estado de Nuevo León, nada ayudado por su montañosa orografía.

Todo indica que Beryl impactará a Quintana Roo, hacia el próximo fin de semana, identificado en los mapas del CNH de Miami-NOAA con la letra “M”, que significa “huracán mayor, de categoría 3 en adelante”, tal vez de categoría 4 sin descartar del todo que las cálidas aguas del mar Caribe lo potencien a la suprema categoría 5, aunque el pronóstico vigente es de una ligera disminución. De cualquier manera, debe causar máxima preocupación… pero sobre todo ocupación, acción gubernamental y de la población civil.

Desde hace varios días y en particular por los serios encharcamientos que dejó Alberto en Chetumal y otras perturbaciones en el norte del estado, los agoreros de siempre —y en general los enemigos de Lezama, que son tan virulentos como lo fueron en su momento los de Joaquín Hendricks Díaz, with a Little help of his wife, María Rubio Eulogio, que ciertamente se partió el alma auxiliando familias cuando el embate de Isidore, mientras el gobernador estaba de viaje por Europa, se dice, no sin ciertas bases, que muy bien acompañado— se empeñaron los días precedentes en difundir la desafortunada narrativa —detestamos las modas periodísticas, pero a pesar de que nuestro idioma cuenta con palabras propias y muy puntuales para el efecto, de esas informaciones se dice hoy en día fake news— de que la gobernadora y su equipo estuvieron tirados en la hamaca y sin hacer nada ante una temporada que barruntaba, aparte de la presente, más amenazas mayúsculas por fenómenos hidrometeorológicos de aquí en adelante.

En realidad en la semana precedente sucedió justamente lo contrario, y no es que aquí hagamos oficio de defensa del gobierno ni somos spa para embellecer y reconfortar a los funcionarios, pero no solo en el ánimo, sino también en la disposición de la población para colaborar y participar aunque se pasivamente —no tirando basura en las calles, para evitar azolvar coladeras, alcantarillas, drenajes y pozos de absorción— afecta la maledicencia, lo cual nos impele a propiciar que la gente sepa que, para el tema de protección civil y riesgos meteorológicos, cuenta con las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

Si, como todo indica, Beryl golpeará con tremebunda fuerza a nuestras costas, seguramente causará considerables daños, y es difícil suponer que la población tendrá la suerte de los chetumaleños con Dean en 2007, que aun siendo más poderoso que Wilma o Gilberto causó pocos daños por pasar por la zona rural del municipio Othón P. Blanco y sobre todo por acarrear una carga muy baja de agua.

Contamos durante la semana precedente por lo menos siete reuniones preventivas y acciones de gobierno en preparación para el embate de Beryl y en general para afrontar la virulenta temporada de huracanes que los expertos pronostican para el Caribe mexicano y el país en general. Vamos: hasta al legendario matemático y meteorólogo mayor Nemesio Medina Robledo “reciclaron” para hablar del clima.

No serán las emergencias hidrometeorológicas y los estragos que lleguen a ocasionar buen pretexto para desfogar las iras antigubernamentales a las que ciertamente cada cual tiene derecho merced a los artículos 6º y 7º de la Constitución General, pues se trata de momentos en los que las necesidades apremiantes de la población deben superponerse a la política e incluso a las voluntades individuales.

Eso sería lo humanitario. Eso es lo que nuestro estado espera de nosotros.

 

HELADA MADRINA

Ya desde las postrimerías del domingo, el pronóstico del CNH de Miami-NOAA variaba desde el centro del estado hacia el sur, sobre o muy cerca de Chetumal. Se emitió la alerta azul de Protección Civil, la primera de la escala de acercamiento a la ribera caribeña mexicana, que en su totalidad pertenece a Quintana Roo. Si la intensidad y la trayectoria pronosticadas no varían, hacia el fin de esta semana estaremos padeciendo el embate de un huracán que por ahora se ubica como tipo “M” —huracán mayor; de categoría 3 o más fuerte—, aunque se prevé que al momento de tocar tierra habrá disminuido a categoría 2 o 1. Pero aunque el ciclón nos llegara como tormenta tropical, muchas veces la velocidad de los vientos que establece dicha clasificación, como en el susodicho caso de Dean, no determinan necesariamente los daños que pueda dejar a su paso.

En otras palabras, una tormenta tropical o huracán “menor·—categoría 1 o 2— acompañado por muy intensas precipitaciones pudiera ser más peligroso que uno de categoría 5 con pocas lluvias asociadas. No podemos saberlo con precisión: lo que está en nuestras manos es exacerbar las medidas preventivas, preparándonos de la mejor manera posible e informándonos exclusivamente de fuentes autorizadas o por lo menos confiables.

Vayan nuestros mejores deseos para los quintanarroenses en este trance.

 

GRILLOGRAMA

Agoreros desalmados…

 

Muchos lo hacen, y hacen mal

Y si practicarlo sueles

Con tal de vender papeles

Ta habrás de llamar chacal

 

 
 
 

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