La “transformación” del PRI
- Óscar González Ortiz
- 24 ago 2021
- 4 Min. de lectura

La población de Quintana Roo no llega a un millón 860 mil habitantes, siendo que la de México anda por los 129 millones. Somos menos del 1.45 por ciento del total de los mexicanos; una verdadera minoría, aunque si consideramos a las entidades federativas, que solo son 32 y aportan un número más o menos proporcional a su demografía de diputados federales pero la misma cantidad de senadores, la importancia política del estado es mucho mayor que la poblacional.
La relevancia del turismo, segunda actividad económica más importante del país luego de la industria de los hidrocarburos y por arriba de la automotriz (no contamos las remesas de los mexicanos que trabajan en el extranjero, que en cuantía de divisas aportadas estarían solo por debajo del petróleo), por los intereses inherentes acarrea un mayor interés por el control político del estado y sus municipios con vocación de sol y playa. No es difícil ver a Quintana Roo como un apetecible botín político.
En esto también tiene mucho que ver el involucramiento en la política de los quintanarroenses y de sus gobernantes, que es reconocida, partido por partido, por las instancias nacionales, y el Caribe mexicano a veces tiene más presencia de políticos, gobernantes y exgobernantes que estados mucho más poblados.
Reflexionamos ahora sobre este fenómeno así, informalmente, porque nos llegó la invitación al Homenaje Luctuoso al recientemente fallecido gobernador de Guerrero René Juárez Cisneros (1999-2005), rendido por sus compañeros del Partido Revolucionario Institucional.
Como cabría suponerse, a la reunión acudieron varios de sus colegas gobernadores del PRI de varias épocas, entre ellos el campechano y actual presidente del Comité Ejecutivo Nacional tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas; el actual mandatario guerrerense, Héctor Astudillo Flores; la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, la yucateca Dulce María Sauri Riancho; Miguel Ángel Osorio Chong, de Hidalgo, que hoy coordina a la fracción parlamentaria del PRI en el Senado; la senadora tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel, que fue líder nacional del PRI, y funcionarios partidistas de alto nivel.
Mas lo que nos llamó la atención fue que de los cinco exgobernadores pertenecientes a la Mesa de Coordinación Nacional de Movimiento Líder –la instancia organizadora–, participaron un tamaulipeco: Manuel Cavazos Lerma; un tabasqueño: Manuel Andrade Díaz; un bajacaliforniano del sur: Guillermo Mercado Romero, y dos quintanarroenses: Miguel Borge Martín y Joaquín Hendricks Díaz. Entre ese reducido número de líderes partidistas que gobernaron sus estados, la cuota del Caribe mexicano es significativamente elevada.
Miguel Borge señaló en su mensaje que Juárez fue un “priista que se encumbró, como aquí se ha dicho, con un enorme esfuerzo personal, por encima de los perjuicios y prejuicios sociales que existen en nuestro país, y con una entereza a toda prueba que lo llevó a hacer realidad sus sueños, para convertirlos en acciones perdurables”, refieriéndose al hecho que el homenajeado fue un descendiente de afromexicanos. El chetumaleño Hendricks también lo es, y ambos fueron gobernadores.
Siguió el cozumeleño Borge afirmando que “René Juárez Cisneros seguirá siendo una referencia en el actuar de los priistas. Creo que es de esas imágenes que nunca se olvidan, porque se impregnan en nuestra memoria y en nuestra existencia. René será, seguramente, inspiración para llevar adelante las tareas que hoy nos reclama el Partido. Será fructífero para los priistas inspirarnos en el ejemplo que nos dio en vida. Eso nos hará cambiar para ser mejores, porque el ejemplo que el dejó tiene más capacidad de cambiar las cosas que muchos discursos”.
¿Jalón de orejas para “Alito” Moreno Cárdenas? No lo creemos así: la caballerosidad y pulida educación de Miguel Borge son legendarias, pero no perdió la oportunidad de hacer un llamado a los priistas a recuperar sus valores fundacionales, lo que obviamente no tiene que ser una simulación olvido de los disvalores que ahora tienen al instituto político lejos del poder que ostentó de manera casi absoluta durante más de 71 años.
Con toda probabilidad, los discursos que fustigó Miguel Borge son aquellos que, ante una obsesión de transformación por la derrota, tienen al PRI de las actuales generaciones postrado y extraviado, con mucha autocrítica y reflexión pero sin capacidad alguna de convencer, conseguir votos y ganar elecciones. Quien no se olvidó de sus lecciones priistas y no no perdió de vista que al que quería gobernar era un país de pobres, fue el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, que con su partido Morena se apresta para consiolidar su predominio en las próximas elecciones.
En las pasadas, que inclyeron la Cámara de Diputados, con sudor y lágrimas la oposición logró privar a López de la mayoría calificada en la cámara baja, pero el PRI no pudo superar el bajo rendimiento que ha tenido en los últimos comicios. Sin ese control absulto que anhelaba el inquilino del Palacio Nacioal, pero el Morena se mantiene cómodamente siutuado en una mayoría simple indiscutible.
Entendemos a Juárez Cismeros. También a Borge.
HOMÚNCULOS
En Quintana Roo, viejos priistas se han estado reuniendo y publicitando sus encuentros en las redes sociales. ¿Será posible que se agrupen en torno a una entre ellos, que dejen atrás su tradicional canibalismo y se aboquen a formar un verdadero proyectode “reconquista”? La unidad, como que lo suyo, lo suyo… no es.
Cora Amalia Castilla Madrid, la exalcaldesa chetumaleña que tuvo ciertamente uno de los mejores –varios, y no pocos, dicen que con mucho el mejor– desempeño en el inmueble de la Alameda chetumaleña, ayer levantó formalmente la mano ante la prensa en pos de la sucesión de Carlos Joaquín González, confirmando el apoyo de militantes y grupos políticos del sur
Ya los veremos, porque los críos, los morritos tricolores, como que han servido para una pura y dos con sal.
GRILLOGRAMA
Incapacidad generacional…
Yo no sé, dímelo tú
Si estos priistas bisoños
Con sus cambiecitos ñoños
No ganan ni un “chin-cham-pú”





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