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La 4T, contra salvaguardas ciudadanas

  • Foto del escritor: Óscar González Ortiz
    Óscar González Ortiz
  • 30 sept
  • 3 Min. de lectura
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Son claras las acciones de la Cuarta Transformación, fincadas sobre la gobernanza fundada por el gurú de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo —“patrón”, “amo” incluso, prefieren muchos de sus enemigos—, Andrés Manuel López Obrador, a favor de las clases populares e históricamente menos beneficiadas por los regímenes centristas y derechistas que antecedieron al del popular tabasqueño, que la capitalina mandataria ha sostenido y en algunos casos potenciado, prolongando y reafirmando la justicia social que instauró su antecesor, pero en materia legislativa y jurídica, amén de la democracia trabajosamente conseguida por sus correligionarios históricos —Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Heberto Castillo Martínez e Ifigenia Martínez y Hernández, verbigracia— hemos sufrido, seguimos padeciendo y al parecer continuarán aquejándonos muy procupantes retrocesos en la modernización de México, significando a veces décadas, siglos incluso de regresiones.

De la 4T podemos afirmar, sin duda, que la modernización democrática y el fortalecimiento de los derechos humanos y las libertades, tanto individuales como colectivas, lo suyo… lo suyo… no son. Lo más procupante es que el extremo opuesto de la tipología de los regímenes libertarios por desgracia es un hecho: el mexicano es cada vez más un regimen autoritario, por lo menos a un grado decimonónico y aún más rancio, y no es hipérbole, pues la historia formal de la figura tiene 184 años.

No hay exageración alguna en lo dicho, pues el obradorismo está a punto de destruir el juicio de amparo —de los principales legados del derecho positivo mexicano al patrimonio jurídico mundial, casi omnipresente en los corpus legales de las democracias actuales—, que nació con la Constitución de Yucatán de 1841, de la mano de su creador, Manuel Crescencio García Rejón, y fue federalizado, gracias al empeño del jalisciense Mariano Otero y Mestas, en el Acta de Reformas de 1847, estableciéndose formalmente en la Constitución Federal de 1857.

Mas no importa: a López siempre le estorbaron las leyes y las instituciones democráticas —“¡al diablo las institucioes!” (The Elephant Never Forgets)— y, desde luego, la principal figura legal del control jurisdiccional que establece la Constitución, que es precisamente el amparo, nomás no le late, matarilirilirón, y por supuesto a su puplia, que gobierna con políticas fácticas propias, por cierto con no poco éxito, a la hora de pensar, opinar, expresarse y tomar decisiones padece de un infantilismo francamente ridículo y de una dependencia disciplinada vergonzante para una jefa de Estado, como si la fuese a regañar su pilmama.

Citamos al diputado quintanarroense Hugo Alday Nieto, muy preciso y claro en sus apuntes:

 

Riesgo de regresión democrática

El juicio de amparo, consagrado en el artículo 103 constitucional, es una garantía individual y colectiva frente a actos arbitrarios del poder público. Debilitarlo mediante reformas regresivas contradice el principio de progresividad de los derechos humanos, establecido en el artículo 1º de la Constitución (…).

Además, al limitar la posibilidad de suspender actos administrativos, se reduce el margen de acción del Poder Judicial como contrapeso institucional. Como ha señalado el ministro en retiro José Ramón Cossío, “el amparo no es un obstáculo para el desarrollo, sino una válvula de seguridad democrática”. (Cossío, J.R. (2025). El juicio de amparo y la democracia. Nexos).

Conclusión

La reforma a la Ley de Amparo, en sus términos actuales, presenta inconsistencias jurídicas, democráticas y técnicas. Si bien es legítimo revisar y actualizar los instrumentos procesales, ello debe hacerse con base en principios de legalidad, proporcionalidad y respeto a los derechos humanos, y sobre todo, escuchando a los conocedores del derecho, ya que de lo contrario, se corre el riesgo de erosionar uno de los pilares del constitucionalismo mexicano y con ello,la vida seguirá como siguen las cosa que no tienen mucho sentido”.


Hubiésemos podido titular: Sheinbaum y correligionarios contra la democracia, las libertades y la ley.


GRILLOGRAMA

Claudia, la letrada…


Perdón que esta duda deje

Y que no les suene raro

¡Al diablo con el amparo!

Pues ya tenemos al Peje

 

 
 
 

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