Gallinero alborotado en la Celac
- Óscar González Ortiz
- 21 sept 2021
- 7 Min. de lectura

(COLUMNA EN NOVEDADES). No es imposible, incluso sería lo normal, que países ideológicamente enfrentados y hasta enemigos participen en reuniones internacionales de toda laya, sin mayores problemas como no sean la economía de buenas maneras diplomáticas, la frialdad y hasta las duras críticas. El mundo está acostumbrado a ello, de manera que tanto en la ONU, desde los grupos regionales, los mecanismos económicos, de cooperación y de seguridad, hasta coronaciones, tomas de protesta, bodas, exequias, y celebraciones que reclaman la presencia de los líderes y las personalidades de los más variopintos países, no suele pasar nada estrambótico en el roce entre líderes distantes.
Pocos han sido los exabruptos y escándalos notables, como la famosa instrucción de “comes y te vas” que Vicente Fox Quesada le lanzó por teléfono al entonces presidente cubano Fidel Castro Rus –quien luego lo expuso, en una grabación de la llamada– en abril 2002, la víspera de la Cumbre Extraordinaria de la Américas, en Monterrey, o el exabrupto del rey Juan Carlos I de España que le preguntó furioso, con borbonesco grito (¡joer!) al presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, durante la XVII Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, “¿por qué no te callas?”, pues el militar sudamericano interrumpía insidiosa y constantemente al presidente íbero José Luis Rodríguez Zapatero durante su intervención.
Lo anterior no fue mucho más allá de la anécdota curiosa, amén de inolvidable, como cuando el presidente soviético Nikita Jruschov –cierto o no– golpeó con su zapato, a modo de mallete, el atril del Consejo General de la ONU en 1960, mas la serie de graves desaguisados que provocó el presidente Andrés Manuel López Obrador desde la noche del 15 de septiembre hasta la plenaria de la reunión cumbre en la Ciudad de México de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) –que por cierto nació aquí en Quintana Roo, en Playa del Carmen, en 2010–, siendo nuestro país presidente pro tempore del organismo que –reconoció el propio líder venezolano Nicolás Maduro Moros, para entripado de López– impulsó en su momento Felipe Calderón Hinojosa, pero que no ha logrado absolutamente nada, tal como la OEA.
López, con motivo de la visita a México del presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel Rodríguez, recibió feroces críticas y numerosas publicaciones adversas en el ámbito doméstico, no tanto por ese hecho, tal vez insensible pero hasta cierto punto normal, sino por deshacerse en elogios falaces y lambisconerías hacia el líder de la dictadura que no solo continúa, sino recientemente incluso ha endurecido las atrocidades de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz en términos de la más violenta de las represiones antidemocráticas –que no la única– del continente.
La actitud del presidente mexicano, que en nuestro país continúa –“a la mitad del camino”– cobijado por una decreciente pero aún inmensa popularidad y mayoría de su partido Morena y sus satélites en el congreso–, en el extranjero ha provocado las más iracundas reacciones de los críticos de los gobiernos de los países en los que la democracia está ausente del todo.
En la plenaria de la cumbre de la Celac, por lo pronto, no se omitieron las críticas a López por sus apapachos a Cuba, Venezuela y hasta a la Nicaragua del sandinista Daniel Ortega Saavedra, quien alguna vez perdiera la presidencia ante Violeta Barrios de Chamorro, pero la recuperó decidido a no soltarla nunca, así sea a punta de fusil. Los pronunciamientos eran de esperarse, mas acabaron siendo más una severa crítica a López por su alineación a los regímenes antidemocráticos y enemigos de la libertad del subcontinente.
Azuzados por el papel lastimero –por no decir rastrero– de López Obrador frente a las dictaduras de Latinoamérica y el Caribe que lideran al Grupo de Río, el presidente de Paraguay Mario Abdo Benítez abandonó la sesión por un diferendo con Nicolás Maduro, dejando entrever su inconformidad por el meloso tratamiento de México hacia el régimen venezolano, cuya repulsa no despareció con la asistencia el encuentro.
El mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, igual de indignado por el trato excesivamente cariñoso de López a sus pares de los países que no solo prescinden de la democracia sino que fustigan a sus opositores con todo tipo de violaciones a los derechos humanos, no omitió señalar esta debilidad de su homólogo mexicano: “…por supuesto participar en este foro no significa ser complaciente, señor presidente, y con el respeto debido, cuando una vez que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para acallar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cando no se respetan los derechos humanos”… El reconocido escritor peruano Jaime Bayly Letts prodigó estos calificativos a López por su amoroso encore con Díaz-Canel en plena celebración de la Independencia de México: piltrafa, guiñapo, mequetrefe, felpudo, alfombra… perfecto idiota latinoamericano.
Así nos ven. Y es solo el principio: López, con su servilismo disfrazado de solidaridad pseudoizquierdista, ya liberó al Kraken…, pues en el norte, también hay indignación.
HOMÚNCULOS
¿Cómo titular, ya que se convirtió en telenovela, al alboroto en el gallinero de la Celac provocado por la intrusión de una comadreja que no sabe si estar en paz con Dios o con el diablo? ¿Será La triste historia del cándido López y sus cuates desalmados? Tal vez convenga más El perro de las dos tortas… mmm, o… ya sabemos: mejor ¡El asno de Buridán!
A pesar de su discurso izquierdista, más defensor de las causas perdidas que san Judas Tadeo, las de los pobres y los marginados, y de inflexible autodeterminación y autonomía, Andrés Manuel López Obrador vivió un tórrido romance con el hipercapitalista, racista y antimexicano Donald Trump durante el tiempo que coincidieron como presidentes de México y Estados Unidos, respectivamente.
De demagogo a demagogo, de populista de derecha a populista de ¡derecha!, de megalómano con sueños de adueñarse de sus respetivos países, ambos mandatarios tuvieron una magnífica relación, de la parte estadounidense de perdonavidas y patrón y de la mexicana lambiscón y súbdito de indignos halagos y genuflexiones.
Pero el republicano y el ultraderechista amigo del Tea Party Trump se lanzó a la reelección ensoberbecido y perdió ante un candidato demócrata Joe Biden, mediocre y apocado, además de que sus compatriotas lo percibían con una edad que ya no era precisamente en sazón. Nos imaginamos al presidente de la república durante esa elección del país vecino septentrional hincado frente a una veladora, empapando, primero con sudor y luego con lágrimas las estampitas de santos y amuletos que supersticiosamente carga en su cartera como el albañil Fidel de Chava Flores, que llevaba en su el bolsillo trasero el retrato de Manuela, en sentidas salmodias a favor del magnate germano-neoyorquino.
No es que los demócratas sean precisamente amigos de México –Barack Obama ostenta holgadamente el récord de más deportaciones de indocumentados mexicanos, incluso sobre Trump, pero a fin de cuentas es el presidente de la potencia mundial que por desgracia nos tocó tan cerca como para situarnos tan lejos de Dios. Hostil con el personaje Biden, que cortó su romance de verano con su amado Trump, López ya empezaba a rozar los bigotes del tigre Tío Sam, pero desde hace unos días, meridianos de septiembre, ya los tiró con más fuerza de la que utiliza un obrero somnoliento para aferrarse a los barandales del metro de la Ciudad de México a las siete de la mañana, rumbo a la camba desde la estación del metro Pantitlán.
Las reacciones a sus desmedidos encomios a los dictadores latinoamericanos y caribeños Díaz-Canel, Maduro y Ortega, que escoriaron no solo a los sectores más conservadores de la potencia norteamericana, sino a todo aquel que con dos dedos de frente percibió el ridículo amartelamiento por parte de Andrés Manuel López como un grave insulto a la democracia, las libertades y los derechos humanos, no fueron lindas para el inquilino del Palacio Nacional.
Las reacciones adversas de casi todos los sectores de la sociedad estadounidense que se dieron a conocer fueron incontables, mas las que pudieran preocuparnos como mayor socio comercial, demográfico, geopolítico y estratégico de la Unión Americana pueden con toda verosimilitud inquietarnos mucho para el futuro próximo, pues las consecuencias que pudiésemos pagar no serían por una posición digna y soberana del presidente, sino por la abstrusa cuan sedienta búsqueda de reflectores e incluso letras cinceladas en mármol de Carrara –mejor: en piedra mexicana, como la mujer olmeca que va a sustituir a Cristóbal Colón en su histórica glorieta en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México–, en un monumento del nativo de Tepetitán, Macuspana.
A nuestro choco-presidente (no brinquen, heroicos escuderos y paladines amlovers: así se dicen a sí mismos los tabasqueños, por su preminencia en el cultivo del delicioso cacao) le respondieron así, al norte del Río Bravo.
De El Financiero: “Los congresistas republicanos Michael McCaul y María Elvira Salazar arremetieron en contra del Gobierno de México por recibir a los presidentes Nicolás Maduro, de Venezuela, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba.
“Como parte de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador recibió en suelo mexicano a los dos mandatarios de dichas naciones.
“Sin ofrecer más comentarios sobre el bloqueo económico y sanciones que mantiene EU con Cuba y Venezuela, los congresistas del partido republicano señalaron que no fue buena idea recibir a los mandatarios y buscar ‘debilitar’ a la Organización de Estados Americanos (OEA).
“‘Como firme partidario de la relación EU-México, me decepciona que el Gobierno de México reciba a los dictadores’ de Cuba y Venezuela y busque debilitar a la Organización de los Estados Americanos (OEA)’, aseguró Michael McCaul, congresista republicano del estado de Texas”.
La misma María Elvira Salazar –de ciertos visos ultraderechistas, hay que decirlo, que antes de ser congresista ha desarrollado una larga carrera como periodista–, se descosió en indignación por el alucinado mid september de López: condenó la “propuesta” que le hizo al exilio cubano recientemente: “reconciliarse” con el régimen dictatorial.
“Cuando el presidente de México dice que los cubano-estadounidenses tienen que pedir la reconciliación, ¿está hablando de nosotros? ¿Está haciendo una alusión a alguien como yo? (…) nosotros lo que hacemos es ayudar a esa gente que Díaz-Canel patea”.
Finalmente –sigue nuestra fuente de internet cubanosporelmundo.com–, la congresista detalló que “la tercera razón por la que las palabras de López Obrador generan tanta vergüenza, es precisamente por los habitantes mexicanos, quienes de ahora en adelante tendrán que mantener los ojos bien abiertos. Condenó la ‘propuesta’ que López Obrador le hizo al exilio cubano recientemente: ’reconciliarse’ con el régimen de Cuba.
“Cuando el presidente de México dice que los cubano-estadounidenses tienen que pedir la reconciliación, ¿está hablando de nosotros? ¿Está haciendo una alusión a alguien como yo? (…) nosotros lo que hacemos es ayudar a esa gente que Díaz-Canel patea”. Te reconcilian o te refocilan, porque es voluntariamente a fuerza.
La congresista detalló que la tercera razón por la que las palabras de López Obrador generan tanta vergüenza, es precisamente por los habitantes mexicanos, quienes de ahora en adelante tendrán que mantener los ojos bien abiertos”.
No: nuestro mesías olmeca no logró ni de lejos convertirse en el redentor del escindido panorama geopolítico continental, y sí nos situó por lo menos en un fruncido de cejas del gobierno de Bieden, que dudamos que nos considere, en más, “amigous”.
GRILLOGRAMA
El yanqui no lo quiere más…
Con Sansón a las patadas,
Aprendiz de dictador,
Metióse el lerdo Obrador
Merced a sus pendej…
columnacafenegro@gmail.com





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