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Caída del PIB, ¿por populismo?

  • Foto del escritor: Óscar González Ortiz
    Óscar González Ortiz
  • 24 nov
  • 4 Min. de lectura
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(COLUMNA EN NOVEDADES) La respuesta generalizada de la academia –y la ortodoxia capitalista, aunque no solamente– a la interrogante del título sería, rotundamente, sí: no existe explicación más simple y al mismo tiempo tan suficiente como esta al decepcionante decremento, pero la “culpabilidad” de las políticas populistas no siempre es tan clara ni la eliminación drástica del gasto social, propia del “capitalismo salvaje”, ha funcionado bien alguna vez, por lo menos a nivel de las economías familiares. Parecería una perogrullada, pero sin dejar de ver que hay que considerar un sinnúmero de variantes para establecer un punto exacto, que suele variar casi a cada instante, es tan cierto como evidente que las economías más sanas suelen situarse cerca del balance, de ese centro tan inasible e impreciso que el batir de las alas de una mariposa hacen que se desplace, por lo que las decisiones pocas veces aciertan; es más: por lo menos en la historia de México, rara vez se acercan. Parece que hay que elegir entre bienestar popular y crecimiento, pero nunca hemos encontrado un equilibrio.

Es del todo normal, hasta natural, dijéramos, que el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo en México preconice –y en muchas ocasiones exagere, hasta el vodevil– cada éxito en el ámbito social, cada mejora en las condiciones de vida de las familias –every Little thing–, lo que explica su enorme popularidad, incluso por momentos superior a la de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, el fundador de la Cuarta Transformación, mas los números actuales encienden focos por lo menos ámbar en cuanto a las expectativas en los plazos mediano y largo, no sin algunas preocupaciones en lo inmediato, pues los paupérrimos resultados en la lucha antiinflacionaria, a pesar de una modesta mejora esperada para el último trimestre de 2025, inciden de manera tan negativa cuan inmediata en un bienestar que –al menos según sus detractores, a los que descalifica profilácticamente desde el púlpito cotidiano y mañanero erigido por el “jefe máximo”­ está sostenido por alfileres– viene socavando la economía y pudiera ser causa de un colapso similar al que nos precipitó José López Portillo luego de que, en vez de administrar, como prescribiera, hizo esfumarse la “abundancia” del boom petrolero.­

El boom aquí es de bienestar familiar y de votos, lo cual no incide positivamente en el crecimiento que es lo único que permitiría esperar un bienestar más allá de la inmediatez, que pudo ser necesario procurar como combate inaplazable a la aguda pobreza ­–no exagera Sheinbaum al atribuirla en buena medida a 36 años de neoliberalismo, cierto–, pero que, paliativos aparte, persistirá o se agravará cuando el “bienestar” se haya esfumado debido a la falta de inversión en crecimiento de esos recursos dilapidados.

Más de tres y media décadas de neoliberalismo llevaron a la pobreza, literalmente, a la mayoría de los mexicanos. El populismo ya nos ha hundido antes, así que, ¿qué hacer? ¿Será posible evitar la perogrullada de arriba y no solo decir que hay que encontrar un justo medio, porque nadie tiene la más remota idea de dónde se halla ni, por ende, del camino a seguir para alcanzarlo?

Tal vez ahí donde López situó su ideal de desarrollo social, en países nórdicos, como Dinamarca, la tierra del mítico rey Lear, que usó como parangón del sistema de salud que habría de legar a México, lo que, evidentemente, estuvo a años luz de cumplir, mas voltear a Escandinavia quizá no sería tan mala idea.

Los países desarrollados de Europa del norte no impusieron reformas para logar el envidiable nivel de bienestar de la población en general, sino que, acaso durante siglos, encontraron sus propias vías de crecimiento económico que –inocentadas aparte­– acabó por involucrar a toda la sociedad, como una necesidad para su sostenimiento, y no al revés, no sin la conciencia colectiva de que el bienestar de los trabajadores es una condición sine que non para logar el verdadero desarrollo.

Según Forbes, analistas y especialistas consultados por el Gobierno Federal pronosticaron que la economía mexicana crecerá sólo 0.50 por ciento en 2025, una cuarta parte de lo que debería avanzar el Producto Interno Bruto, informó el Banco de México, y esto no lo dice ningún detractor, sino el propio banco central.

Lejos; muy, muy lejos, ¡y no sabemos ni por dónde!

 

LA DICHA INICUA…

La promesa salinista de que las estrategias tipo Chicago Boys –esos economistas chilenos que, desde la Ciudad de los Vientos, le recetaron a casi toda Latinoamérica el infausto neoliberalismo– sería la infalible fórmula finisecular falló estrepitosamente en su intento por salvar a las naciones de los desastrosamente macabros populismos de izquierda tipo Echeverría falló. Nunca cuajó una tercera vía y con Sheinbaum nos sentimos como en los setentas. Hasta ganas nos dan de ir al Palacio de los Deportes a corear, con música de Atahualpa y Los Folcloristas de  fondo, ¡el pueeeblo, uniiido, jamás será vencido!

La única medicina para salvarnos de esta simplista dicotomía debiera, de entrada, partir de apartar de nosotros el autocomplaciente cáliz del simplismo.

 

GRILLOGRAMA

Aporía…

 

Solo de pensar, me espanto

¿Cómo lo resolverán?

Tampoco cabe el refrán

“Ni tanto que queme al santo…”

 

 

 

 
 
 

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