Carlos Joaquín y Mara Lezama en la sucesión
- Óscar González Ortiz
- 1 sept 2022
- 4 Min. de lectura
(COLUMNA PUBLICADA EL MARTES 30 DE AGOSTO EN NOVEDADES). Hay tres personajes principales involucrados en la sucesión en el gobierno estatal de Quintana Roo, que por fortuna están dando lecciones de civilidad política a sus rijosos seguidores, sedientos de sangre: el presidente Andrés Manuel López Obrador, el todavía gobernador Carlos Joaquín González y la gobernadora electa María Elena (Mara) Lezama Espinoza. Los tres están poniendo sus mejores oficios para que las cosas salgan bien y sin sobresaltos que pudieran desestabilizar al estado.


De manera similar –dado que esta columna trata principalmente de política y economía, rubros de la vida pública que suelen ser retorcidos y escabrosos– cada vez que al abordar un tema en nuestras investigaciones aparecen rasgos positivos de las actividades y sus protagonistas y los comentamos, la incomodidad del respetable se hace patente.
Mil disculpas, pero no escribimos para agradar a nadie: se trata de escudriñar los entresijos del poder y la política, del dinero y sus dueños: esto casi siempre deja mal parados a los actores de los minidramas, dramas y dramones –tragedias incluso– que se viven en dichas actividades humanas y que la gente quiere conocer, pero no siempre es así: de vez en cuando aparece una rara avis que hace las cosas bien, en beneficio de sus seguidores y gobernados.
Este es el caso: desde los primeros encuentros entre el gobernador saliente y la gobernadora electa se ha percibido plena disposición para tener una transición de terciopelo, como se repite estos días. La entrega del Bando Solemne a la mandataria entrante por parte de la XVI Legislatura fue una prueba fehaciente de ello, pues a pesar de algunas notas amarillentas que dejaban a entender que al tiempo de las sonrisas entre los personajes había patadas bajo la mesa. Falso del todo.
Claro que en la platea y en gayola del recinto legislativo los militantes y simpatizantes de partidos rivales –PAN y PRD, por un lado; Morena y PT, por el otro– sí se enseñaban los dientes y se gruñían como pit buls amarrados, pero lo que importaba era la disposición de los líderes y esta fue inmejorable. Mara de por sí es muy sonriente, pero Carlos, que no lo es y tiende a ser serio y adusto, igual sonreía todo el tiempo y se notaba complacido porque haya sido el imperio de la ley –la contundente victoria de Lezama en las urnas– el que quedado por encima de todo.
Si Mara Lezama continúa con esa actitud a la hora de gobernar, aunque suene inocente y pueril cabría esperar acuerdos y conciliaciones respetuosas entre las fuerzas políticas, aun en tratándose de temas en los que la ideología, las posturas partidistas definidas desde el centro y las rencillas del fragor preelectoral y electoral sean superadas en cada tema, en cada diferendo y en cada decisión, con respeto y dignidad para con quienes no son gobierno, pero cogobiernan desde el congreso. Pocos políticos se prestan más a esto que Lezama, y Joaquín evidentemente así respetando los resultados de todas las elecciones en las que pudo haber intervenido, as la vieja usanza, en especial la madre de todas ellas que fue la que definió la preferencia de todo Quintana Roo por la exalcaldesa de Cancún.
Claro ahí está, verbigracia, el diputado electo por el Distrito 1, Julián Ricalde Magaña, el inefable opositor a todo y que quiere que las diferencias se conviertan en reyertas, que creíamos domesticado tras unos años de calma y de sinrazón de la política opositora áspera, pero solo era falta de foro: ya está exigiendo que las relaciones entre el gobierno de izquierda lopezobradorista y las demás fuerzas políticas sean ríspidas y de confrontación –para qué discutir si de puede arreglar a madra…, diría el clásico–, pero no parece que haya muchos entre los legisladores electos a la XVII Legislatura a seguirlo en sus quijotescas batallas.
La sucesión en el gobierno estatal de Quintana Roo, por odiosa que suene la palabra, se está dando dentro de la normalidad constitucional. De Carlos Joaquín ya de por sí es ese su talante, pero no está de más recordar que tan pronto concluya su periodo, en unas semanas, el gobernador se integrará a la 4T, como se hace llamar el gobierno federal de López.
Lo obvio sería pensar, dada su amplia experiencia en el sector, que lo espera el escritorio principal de la Secretaría de Turismo, pero sus habilidades no se limitan a este ramo. Carlos Joaquín ejerció varios puestos federales y estatales de carácter administrativo y no necesariamente turístico. La mayoría considera muy exitosa su gestión como presidente municipal de Playa del Carmen, que desde luego debe su fama al turismo, pero también es un municipio bastante poblado y de vertiginoso crecimiento que demanda siempre un gran esfuerzo para satisfacer las necesidades locales.
No tendremos que esperar mucho para conocer el futuro laboral del todavía gobernador, pues López Obrador no suele andarse por las ramas: ya sabe en dónde lo va a colocar y el nacido en Mérida seguramente también, aunque necesariamente lo guardará in pectore.
HOMÚNCULOS
De las actitudes de Julián Ricalde, Félix Salgado Macedonio se escandalizaría y Gerardo Fernández Noroña se ruborizaría.
Es un caso muy extraño: a ratos es un buen político, de propuestas y muy inteligente, pero de buenas a primeras lo domina la rijosa barbajanería del gañán de chacos y cadenas que se siente com pájaro en alpiste cuando el ambiente está crispado y se acerca a la violencia.
Es un gádster rijoso.
GRILLOGRAMA
Noblesse oblige…
¿Por qué el canto de ellos era
De Julián el corajito?
Decían, nuestro retratito
Yo lo traigo en mi cartera
columnacafenegro@gmail.com
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