La marcha atrás
(COLUMNA EN NOVEDADES). El muy poblado norte turístico de Quintana Roo tenía un índice de 1.1 de contagio por persona portadora que ameritaba, en el semáforo nacional, la luz naranja –por promedio– para todo el estado, a pesar de que el sur persistía en un muy alto 4.1 –que llegó a 4.9– que de cierta normalización de las actividades comunitarias retrocedió ominosamente a una nueva restricción.
La razón es muy simple: las personas ignoraron generalizadamente las medidas sanitarias del caso y Chetumal se ubicó en los más elevados ritmos de transmisión del covid-19 de país, esto a pesar del flujo intensivo de información que los canales oficiales y privados difundieron. De plano no vemos cómo pueden hacer los gobiernos para que la gente reaccione civilizadamente y evite la propagación del virus.
Los sufridos comercios capitalinos, víctimas ya de por sí de una crónica depresión que ya ronda los 20 años, verán contraídas una vez más sus actividades y el efecto en el empleo y la dinámica económica casi inexistente se intensificará de nuevo.
¿Por qué los pobladores de la capital de Quintana Roo decidieron ignorar minuciosamente las medidas sanitarias recomendadas en todo el mundo? La especie de voz en voz que pudimos escuchar las pocas veces que salimos –tres en total desde marzo– fue que la pandemia era una maniobra del gobierno –o los opositores al gobierno–, los líderes del Priorato de Sión o lo que salgare de las mentes conspiracionistas– para favorecer o perjudicar a la presidente Andrés Manuel López Obrador. Por increíble que parezca, eso opinaba la gente.
Es indudable que en el sur y el sureste del país, y en este caso en Quintana Roo –fenómeno más notorio en el sur de la entidad–, tenemos un serio problema de atraso educativo y cultural que ha sido desatendido por los sucesivos gobiernos, por lo menos los del presente siglo, y por ello las personas, ante las crisis, reaccionan de una manera totalmente irracional.
Hemos tenido noticias de países enteros que han enfrentado la emergencia sanitaria con mucho éxito gracias a que la ciudadanía confía en las autoridades, pero aquí la corrupción y los malos manejos gubernamentales han socavado esa confianza, a la que por cierto en nada han abonado las alternancias partidarias en los gobiernos de cualquier nivel, pues hemos constatado con tristeza que los cambios de banderas solo han significado saltar de la sartén al fuego.
HELADA MADRINA
En un escuetísimo mensaje –que, a pesar de solicitud expresa, el encargado de prensa de la Sedarpe en Quintana Roo se negó a ampliar–, se informó que “en representación del gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, el titular (de la dependencia), Luis Torres Llanes, acompañó al coordinador regional del programa sembrando vida, Adrián Flores Heredia, al reinicio del programa de reforestación ´Sembrando Vida´ en Quintana Roo en el vivero de la población de Caobas, del municipio de Othón P. Blanco.
“Asistieron el delegado del gobierno federal en Quintana Roo, Arturo Emiliano Abreu Marín, funcionarios federales de Desarrollo Social, autoridades municipales y productores”.
Teníamos pendiente en este espacio comentar este programa que, a diferencia de otros del Gobierno de la República, no es meramente asistencial, sino productivo y a largo plazo.
Quintana Roo es un estado que concentra una enorme riqueza forestal que, aunque incluso motivó al presidente Porfirio Díaz Mori a constituir en 1902 en territorio federal la ahora entidad federativa para proteger esa riqueza maderable de la explotación de los ingleses asentados en Honduras Británica –hoy Belice– en perjuicio de México, hace muchos años que abandonó dicha vocación natural por algunas implantadas, no necesariamente malas pero sí menos propias, y nos referimos a la azucarera, la citrícola, la ganadera y otras más bien de “contentillo” de los gobernantes.
Hay que analizar uno por uno los programas populistas del presidente López, pues algunos pudieran conllevar virtudes de sólido desarrollo más allá del señalado clientelismo electoral, y aquí en Quintana Roo tenemos la certeza de que las acciones forestales pudieran fructificar a favor, en primer lugar, de las familias campesinas e indígenas que tutelan esa riqueza y, desde luego, a favor del estado que tiene en casa un inmenso mercado para los productos maderables en el norte turístico, con una incipiente pro prometedora industria mueblera. Hay que tener eso presente.
GRILLOGRAMA
Inconsciencia…
Un dato tengo, muy grave
Que le toca a Chetumal:
Aquel que busca su mal
Hasta la muerte le sabe
columnacafenegro@gmail.com