Para posibilitar la recuperación
(COLUMNA EN NOVEDADES). Dentro de algunas semanas –y esperemos que así sea, y las nuevas amenazas de resurgimiento en el Lejano Oriente no se generalicen–, pronto el tema de la pandemia de la mortal epidemia por Covid-19 palidecerá en sus consecuencias estrictamente sanitarias ante sus consecuencias económicas. Acaso lo que ahora deba preocuparnos más son las políticas y las medidas económico-sociales que tomen los gobiernos nacionales, estatales y locales para un futuro que debe considerar el corto, el mediano y el largo plazos.
Aunque por razones distintas, coincidimos en algo con los intelectuales orgánicos, los periodistas oficiosos y los comunicadores pretorianos de Andrés Manuel López Obrador –todos más papistas que el Papa–, sin contar a la enorme tropa de seguidores, desde los honestamente convencidos hasta los fanáticos, que repiten diariamente en las redes sociales una verdad que muchos de ellos ni siquiera comprenden: es cierto que los detractores del presidente han cometido muy reprobables excesos, como echarle la culpa al gobierno de los graves efectos de la epidemia del coronavirus de Wuhan, sobrevaluando sus preocupantes números, y negar a ultranza lo que se ha hecho bien, que, aunque no sin defectos, omisiones y errores, no ha sido poco.
Como si de una competencia de gimnasia se tratase, los más sensato, en pos de entender el tema con más claridad, sería eliminar las calificaciones más positivas y las más negativas. Tenemos desde uno que otro editorialista radicalizado a favor de López que acusa a sus adversarios de estar frustrados porque el panorama en México no fue lo dantesco que quisieran (¡háganos el favor!), hasta los que buscan la menor falla en la muy difícil tarea de contener el flagelo para afectar políticamente al gobernante. Esos extremos el sentido común debiera descartarlos ipso facto –lo que por desgracia poco sucede–.
Cierto es que la incontinencia verbal y populista del presidente, que al inicio de la epidemia invitó en video a las personas a salir, abrazarse y besarse, dijo estar protegido por estampitas y amuletos de superchería que carga consigo (todo indica que sí cree en esas cosas, como buena parte de los mexicanos y diríamos que de los seres humanos) y tardó mucho en dar el ejemplo de la campaña “Susana Distancia” saludando a la población por doquier, dio suculentos pretextos para la sorna y los memes, pero poco a poco fue matizando y entrando en razón cuando su equipo de expertos ya habían avanzado mucho en los temas torales que seguramente no generarán escenarios como los de Italia, España y Nueva York.
Si es verdad que ya estamos en la cúspide de la curva de contagios –en espera de la de defunciones–, el panorama es muy triste, pero de ninguna manera una catástrofe. Ahora la preocupación mayor son los efectos económicos, que se esperan más devastadores que los de la pandemia en sí.
La discusión contemporánea sobre el papel del estado en la economía se centra desde hace muchos años en un asunto cuantitativo y no cualitativo, pues aunque algunos países de excepción, como Cuba y Venezuela en Latinoamérica –que ni siquiera incluyen ya a China, que puede ser tan capitalista como lo requiera su predominio de potencia mundial–, siguen atrapados en un anacrónico esquema estatista, los gobernantes de la mayoría de las naciones coinciden en que los gobiernos deben ser rectores, con mayor o menor participación –intervención– según los esquemas vigentes, que ya no pueden perder de vista la competitividad mundial.
Hemos destacado aquí el contraste entre las estrategias del gobierno de Carlos Joaquín González en Quintana Roo para reactivar la economía, que incluyen las medidas contracíclicas o anticíclicas que prescribe el librito, con estímulos fiscales que en no pocos casos son prácticamente condonaciones totales: el fin último es proteger a la planta productiva y el empleo. López, en cambio, ha reiterado un rotundo no al empresariado mexicano, demonizando a la iniciativa privada, con excepción de la que lo apoya a cambio de jugosos contratos y concesiones. Hay que ayudar fiscalmente a los empresarios para que no quiebren y para que se mantengan como sujetos de crédito y empleadores.
El papel del estado no es brindar dádivas discrecionales, sino ser agente facilitador, gestor y en parte financiero de la dinámica económica: Quintana Roo tiene un catálogo de 24 esquemas de financiamiento, que incluye programas con fondos federales, de la banca de desarrollo, la privada y con recursos estatales (Fofinqroo), que no se quedan en esos 25 mil pesos de crédito de López que ni para una renta y un recibo de la CFE alcanzarían, sino que, por ejemplo, en el caso del programa Pymex Turismo, los montos van de los 24 a los 60 millones de pesos, que contemplan solventar pasivos, lo cual será primordial tras la pandemia.
Pero hay que fondear a las financieras y empresas; eso solo se puede de dos maneras: con estímulos fiscales y con la contratación de una deuda que –eso sí– no desaparezca en la nebulosa de la corrupción. López insiste: no.
Aunque cuenta con fondos de financiamiento, Quintana Roo, conjuntando esfuerzos federales y propios, más que hacerla de banco buscaría acompañar a la iniciativa privada, desde el más modesto artesano hasta a los industriales, en la búsqueda de alternativas que, se prevé, en muchos casos serán para la mera supervivencia.
HELADA MADRINA
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) Alicia Bárcena Ibarra destacó las medidas adoptadas y por adoptar por el gobierno mexicano ante la crisis del Covid-19 como los apoyos directos a los ancianos, –perdón por no gustar de los eufemismos–, los jóvenes y los discapacitados, y los créditos blandos a las empresas familiares, los trabajadores independientes e informales, pero –creemos que con mucha timidez, por su conocida simpatía por el presidente López Obrador, señaló que “ha habido una caída muy importante de la inversión privada y eso es fundamental para que podamos encontrar esos espacios de reactivación; la convergencia entre el sector público el sector privado es muy importante”.
Hay cosas que el presidente se resiste a ver y ante los señalamientos responde con sus chistes malos y todo tipo de imposturas –que no hay que tomar muy en serio, pues es cuestión de fidelidad a su estilo que todavía aman los mexicanos. Cierto: con sus programas de apoyos populares directos –muy bienvenidos, by the way– cumple muy parcialmente su promesa perenne de ver por los más necesitados, pero al dar la espalda al sector privado y demostrar una áspera hostilidad hacia los empresarios estaría afectando más a los pobres de lo que los apoya con sus muy cortas dádivas asistencialistas, que sí ayudan mas no resuelven.
El presidente rechazó rotundamente, al parecer sin siquiera leerlas, las siete medidas de 68 puntos que propuso el Consejo Coordinador Empresarial para afrontar la crisis por la pandemia, y no omitió advertir que no habrá ningún tipo de estímulo para que las grandes empresas conserven e incluso pudieran llegar a aumentar su planta laboral, que bajo las actuales circunstancias estarán cancelando cerca de medio millón de empleos mensuales y de ninguna manera apuntando a los dos millones de empleos que López se sacó de la manga en una de sus clásicas promesas peregrinas.
La mula no era arisca: sin carecer de razón, el mandatario nacional argumenta el mal y muy corrupto manejo que se ha hecho de los respaldos al empresariado, que ha acabado por beneficiarse incluso a costa de acentuar las infames asimetrías cualitativas y cuantitativas entre ricos y pobres de México. Las medidas que propuso el CCE y el presidente tiró al bote de la basura de su residencia-oficina de Palacio Nacional. A nosotros nos parecieron –las medidas– mucho más que razonables e incluyentes, lo que las haría por lo menos dignas de ser tomadas en cuenta (las reproducimos al final para que el lector las tenga a la vista).
De todos los sectores le llueven a López desde sugerencias hasta duras críticas por su cerrera política económica respecto a la relación del sector privado y el público con miras a superar una crisis que no solo pinta como para ser la peor en un siglo –tras la desolación económica que legó Revolución Mexicana–, sino de muy prolongado alcance. Está decido a que México pierda por lo menos cuatro años en el limbo del asistencialismo. Ejemplos:
El momento para que el Gobierno de México aumente el porcentaje de su deuda respecto al Producto Interno Bruto (PIB) para destinarlo a apoyos a micro, pequeñas y medianas empresas por la crisis del COVID-19 es ahora, consideraron economistas en el foro EF Meet Point COVID-19. Perspectivas Económicas: México después del encierro.
Carlos Serrano, economista en jefa de BBVA en México, señaló que la política de austeridad anunciada por el Gobierno es una decisión “fiscalmente irresponsable”.
Leemos en El Financiero:
El momento para que el Gobierno de México aumente el porcentaje de su deuda respecto al Producto Interno Bruto (PIB) para destinarlo a apoyos a micro, pequeñas y medianas empresas por la crisis del COVID-19 es ahora, consideraron economistas en el foro EF Meet Point COVID-19. Perspectivas Económicas: México después del encierro.
Carlos Serrano, economista en jefe de BBVA en México, señaló que la política de austeridad anunciada por el Gobierno es una decisión "fiscalmente irresponsable".
"Esta hará que el país crezca menos en los próximos años y eso hará más difícil honrar la deuda", consideró.
Por ello sugirió que la administración federal fomente una política contracíclica que venga acompañada "de una reforma fiscal que aumente la recaudación".
HOMÚNCUULOS
Esta sentiencia del señor López lanzada hace una semana estremeció a México y seguramente será un referente sexenal para las inversiones pues, si los empresarios son tan chacales como los pinta el presidente, nada les costará tomar sus bártulos y largarse con sus capitales a otros países en donde la presidencia no los odie (El Financiero):
“El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo esta mañana durante su conferencia matutina que si una empresa quiebra, los empresarios y socios tendrán que asumir la responsabilidad.
“´Nosotros no vamos a continuar con más de lo mismo, no van a haber rescates para potentados, si hay quiebra de una empresa, pues que sea el empresario el que asuma la responsabilidad o los socios, o accionistas, porque el Estado tiene que proteger a todos y no actuar otorgando privilegios para nadie.
“´Es una gran injusticia, una inmoralidad utilizar al Estado para rescatar a empresas o a instituciones financieras en quiebra, si se trata de rescate pues hay que hacerlo pensando en los que más lo necesitan, no regresar a lo que sucedió en el Fobaproa, de bancos quebrados, banqueros ricos”, dijo el mandatario federal”.
GRILLOGRAMA
Malqueridos...
De aquel que un anillo al dedo
Dio esta crisis malhadada:
“Vaya la IP a la ching...
Y si quiebran es su p...”
Resumen de las medidas que propuso el CCE y el presidente rechazó a priori
Mantener el esfuerzo de austeridad y disciplina en el manejo de las finanzas públicas. Sin embargo, en este momento de retos inéditos, el Gobierno debe abandonar el objetivo de lograr el 1% del PIB de superávit primario. Los recursos liberados deben ser utilizados para los apoyos a la reactivación de la economía. Si es necesario, tomar deuda de una forma responsable.
Fortalecer el Acuerdo de Inversión en Infraestructura entre el Sector Privado y el Gobierno y anunciar de inmediato el plan de inversiones del sector privado en el sector energético. 4. Depreciación acelerada automática. Establecer la posibilidad de efectuar la deducción inmediata de las inversiones que las empresas realicen sin limitación geográfica alguna, durante el ejercicio de 2020. 5. Preservar el empleo. En los casos en que sea inevitable el recorte de puestos de trabajo, otorgar apoyos del gobierno a las empresas con recursos fiscales, para que a estos trabajadores se les otorgue al menos un salario de subsistencia. Página 2 de 2
Respetar de forma irrestricta el Estado de Derecho, evitando las amenazas de cambios a las normas ya en operación para empresas que invirtieron en el sector eléctrico, y cambios inaceptables como consultas populares para inversiones que ya están hechas.
Acelerar los pagos pendientes a proveedores de CFE y Pemex. Es urgente el pago de pasivos a proveedores por productos y servicios ya entregados en cualquiera de los tres niveles de gobierno, federal, estatal o municipal.
Apresurar las devoluciones pendientes de IVA a las empresas y restaurar la compensación universal. Las empresas necesitan más la liquidez que el gobierno, en este momento.
Conformar un equipo con representación tripartita del sector privado, trabajadores y el Gobierno para analizar el impacto económico, y determinar acciones a seguir en esta crisis económica.
Activar programas especiales de garantías para fortalecer algunos de los sectores más afectados. El papel contracíclico histórico de la Banca de Desarrollo en situaciones de crisis ha sido fundamental para preservar la planta productiva. Creemos que todas estas medidas – tanto las de corto plazo como las de mayor profundidad- ayudarán a contener los efectos económicos de la pandemia que enfrentamos y contribuirán a conservar el empleo y a dar liquidez a personas y empresas, para crear las condiciones de recuperación del crecimiento económico. México requiere de la colaboración de todos los sectores, y la sensibilidad para tomar medidas decididas en apoyo de nuestra salud y nuestra economía. Sólo saldremos adelante si lo hacemos entre todos.
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