Capitán y lugartenientes
(COLUMNA CAFÉ NEGRO EN NOVEDADES. CLIC EN IMAGEN). El esquema es regresivo y contrario a su plan de descentralización: nombrar capitán general y un puñado de operadores regionales en los estados hace parecer al próximo titular del poder ejecutivo Andrés Manuel López Obrador más que un líder democrático a un príncipe, un monarca en ciernes, pues lo que pase en cada entidad federativa de México dependerá más de la personalidad, la bonhomía y hasta el contentillo de “todos los hombres del presidente”.
Ni hablar: de tantas propuestas descabelladas –entre otras tantas buenas, o por lo menos interesantes– muchas serán seguramente resistidas, rechazadas y desechadas incluso por inconstitucionales, pero esta parece en principio acorde con sus facultades. Legal y apegada a la Constitución General.
Tendremos que ver, inevitablemente, una de dos cosas: una gran cantidad de desempleados en las capitales estatales –en el caso de Quintana Roo, inclúyase también a nuestra capital económica Cancún, pues en los hechos o en la práctica varias oficinas residen en el norteño balneario– por la desaparición de las delegaciones federales, o una gran simulación si todo sigue igual, solo que con más aguda concentración del poder en los mandamases.
Así que no habrá otra vigilancia ciudadana del desempeño del gobierno federal en las regiones y los estados que la de los testaferros del mandatario. Personas y no instituciones serán lo que concierna a la ciudadanía, a los gobernados, así que esto se parecerá más a una telenovela de buenos y malos que al ejercicio de los derechos a la información y la transparencia.
Por ventura para Quintana Roo, luego de que se anunciara la mayor parte de este alto mando, no parece haber alertas eminentes. Si acaso lo contrario, por lo menos para el sur del estado, con el probo y talentoso Manuel Jesús Aguilar Ortega. Los nombramientos que adelantara el tabasqueño Arturo Abreu Marín, hombre que no es nuevo en la filiación política izquierdista y es fundador de Morena en el estado caribeño, no brincan de inmediato por las sospechas de impostura y hasta corrupción que la nueva mayoría política perfila en otras instituciones y en otras latitudes.
Del mandamás por cierto alienta que en sus mocedades fue funcionario de Banobras en el entonces territorio federal, amén de haber tenido cargos bancarios en todos los estados del sureste cuando esa institución de desarrollo fuera pilar de la política social de Luis Echeverría Álvarez.
Tranquiliza pues que Abreu sabe de economía, pero sobre todo de nuestra economía tan dejada de la mano de dios y del todavía más omnipotente neoliberalismo. La pobreza, la subsistencia y la marginación de amplias capas de la población, que si bien en Quintana Roo es mucho menos grave que en sus vecinos regionales, por lo menos en lo referente a los menos favorecidos, desde donde López Obrador ofrece reactivar el consumo interno, no pasarán desapercibidos a los ojos y oídos del representante del presidente.
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