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No acariciar al poder

La ley para proteger a periodistas y activistas lleva 71 días en comisiones… ¡y contando!

(COLUMNA EN NOVEDADES. CLIC EN IMAGEN). El periodismo no es un salón de belleza para los poderosos, afirmó contundente Marta Durán, catedrática de posgrado en la emblemática Escuela de Periodismo Carlos Septién García, durante el Curso-Taller “Periodismo en riesgo” llevado a cabo en Chetumal a instancias de cuatro organizaciones civiles formales del gremio en el estado.​

Con una intensa participación de los comunicadores, en el encuentro realizado en el Planetario Yook’ ol Kaab que contó también con la exposición del polígrafo José Reveles –Excélsior, Proceso, El Financiero– se exploraron realidades y prácticas de una actividad que en mayor o menor medida en nuestro país implica riesgos para quienes la practican con honestidad y ética.

Entre muchos otros temas, en este ejercicio organizado por los propios comunicadores y que superó expectativas de alcance y profundidad, los especialistas dejaron claro que en el periodismo, por más que en nuestro estado no existan actualmente focos rojos encendidos ni inminentes riesgos para la seguridad y la vida de los comunicadores y sus familias, bajo ninguna circunstancia debe bajarse la guardia porque la tentación represiva de los poderes fácticos de todo tipo –constitucionales, económicos, culturales e ilegales, como lo es la delincuencia organizada– siempre está presente.

Cuando el periodista se rehúsa a “ponerle botox al dinosaurio” es susceptible de recibir diversos castigos de quienes critica, en cuyo caso la mejor defensa es el ejercicio responsable y profesional de la actividad, con bases tan sólidas que los lectores y receptores de los mensajes sepan que lo que se afirma se hace con pleno sustento, amén de que es mucho más difícil ser víctimas de acciones judiciales cuando se ejerce sobre dichos principios.

Hay que publicar y denunciar, sostuvieron citando a la galardonada con el Premio Nacional de Periodismo Blanche Petrich cuando dijo que es obligación del Estado proteger a los periodistas pero muchas veces los propios comunicadores tienen que organizarse de manera independiente, recurriendo incluso a las entidades protectoras y defensoras, al internacionalismo y a la convencionalidad mundial para defenderse de las agresiones.

No omitieron los instructores, que expusieron al alimón en una dinámica por demás ágil, pormenorizar las medidas y protocolos que deben seguir para su protección efectiva quienes ejercen el periodismo, insistiendo en que no está por demás extremar precauciones, especialmente cuando las asignaciones y temas que se abordan entran en “zonas de riesgo”.

La investigación periodística implica, en palabras de Marta Durán, “bucear en las aguas negras de los poderes fácticos”.

Hay que estar preparados.







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