Turismo y el huevo de la serpiente
El gobernador Carlos Joaquín González admitió que, según las encuestas, hay un problema de percepción acerca de la seguridad en Quintana Roo que nos sitúa en el lugar número 23 del país, aunque actualmente entre 32 entidades federativas la nuestra, según los índices nacionales más confiables, es la número nueve en el rubro.
Las cifras de los días recientes sobre la disminución de reservaciones para los destinos del norte de Quintana Roo serían más alarmistas que alarmantes, poco sustentadas; para estos sitios, que en su conjunto son con mucho la oferta más importante de Latinoamérica y significa bastante más de un tercio de la industria instalada en nuestro país, que como bien sabemos a su vez es el octavo en recepción de visitantes, esta alarma distorsionada por primera vez tomó la confluencia de dos fenómenos: la percepción pública de nuestras condiciones de inseguridad afectaron considerablemente y el consecuente, malhadado “warning” del Departamento de Estado de Estados Unidos, nuestro principal aportador de turistas. Pero a pesar de no ser la primera vez que es emitida esta advertencia supuestamente ahora sí habría provocado cancelaciones masivas de reservaciones. Eso sería falso.
De hecho –asegura el mandatario– el turismo ha crecido en términos reales respecto al año pasado, y esto a pesar de una reciente contracción mundial por factores muy diversos. La oferta hotelera no ha dejado de crecer y es por eso que los índices de ocupación pudieran reflejar un decremento engañoso, tanto como la afirmación de que el warning redujo el flujo de visitantes.
Se ha señalado hasta la náusea la desatención del gobierno de Roberto Borge Angulo a los temas de seguridad pública y procuración de justicia y no por repetida la historia del desmantelamiento de las de por sí exiguas fuerzas anti-delincuenciales del estado, carente al cambio de gobierno de la mínima infraestructura, equipamiento y personal capacitado para defendernos del crimen organizado y común, sobre todo de alto impacto, deja de ser una narrativa válida.
Para justipreciar la ya desesperante situación actual, con todo y el viraje conciliatorio e incluyente del gobierno estatal, expreso en el discurso del gobernador en el cuadragésimo tercer aniversario de la entidad, por más que suene a cantilena, a estribillo justificante, no podemos olvidar que el huevo de la serpiente de la violencia y la inseguridad que ahora eclosionó postra al estado frenando su casi ininterrumpido éxito turístico fue puesto en el nido hace seis años años y medio.
El gobierno de Carlos Joaquín González está padeciendo esa herencia, pero quienes vivimos en Quintana Roo queremos ver soluciones decididas, acciones firmes y, asaz inocentes de nacimiento, libres de culpa y sin pecado concebidas, que frenen esta caída de una condición estructural que estaba prendida con alfileres y ya se está derrumbando.
En palabras llanas, si bien tenemos la explicación y la exculpación válida para mantener un pacto de colaboración de gobierno, iniciativa privada, sociedad y medios –sobre todo los de alcances nacional e internacional, pero con la actitud local para no contribuir al enrarecimiento de las relaciones entre gobernante y gobernados–, con la confianza que hace poco más de un año se actualizó en un gobierno de coalición, llamado del “cambio”, incólume, lo que demandamos ahora son acciones medibles y concretas, la constatación de que iniciamos ya, ¡pero ya!, esa que será la penosa –y por desgracia, según parece, larga– ruta hacia la recuperación de nuestra tradicional imagen de un estado de paz, en pleno estado de derecho y pacífico.
Cierto es que desde en la alborada de la presente administración se empezó a trabajar en la suplencia de las carencias que dejó el gobierno anterior en todos los rubros, verbigracia con equipamiento que cambió el inventario de patrullas de un puñado de vehículos útiles, 25 útiles, a decenas, y ya se habla de existencias de tres cifras, alrededor de 400.
Ayer Carlos Joaquín entregó 162 patrullas que, correspondiendo a policías municipales o a la estatal, serán para los 11 municipios, insistiendo puntualmente en que se trata de recuperar esa imagen deteriorada que ahora sí afecta a nuestra principal industria, con marcados descensos para los próximos meses, lo que sólo se revertirá con resultados que deberán darse lo antes posible, en la medida del esfuerzo extraordinario que los medios informativos han venido refiriendo durante el último año junto a las hórridas cifras sangrientas de los crímenes violentos, cuya ferocidad se empoza en el alma de nuestra economía.
No es momento de actuar por motivaciones electorales ni para mantener los bonos del gobierno; eso pudiera ser un valor consecuente y agregado para una administración que lograre desarzobispoconstantinopolizar al arzobispo de Constantinopla. Se trata de atender lo más vital para Quintana Roo, esa industria que mantiene al estado en liderazgos nacionales de empleo y crecimiento, y que podrá dejar de tambalearse en el futuro cercano si se resuelve el intríngulis de la inseguridad.