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Desarrollo con los pies en la tierra

En este espacio desde hace muchos años nos hemos quejado en particular de dos cosas acerca de los gobiernos y su rostro público: por un lado nuestros proyectos de desarrollo ignoran las potencialidades que realmente tenemos, parten del conformismo derivado de la portentosa industria turística que lidera nuestra economía y sólo se plantean como para que no se diga que los jefes burocráticos no trabajan —en particular en la secretaría más inútil y peor dirigida del gobierno, que es la de Desarrollo Económico que ,con la salvedad de notables excepciones, no ha sido más que una banca al lado de la cancha para cobijar a políticos que ya no tienen nada que hacer en el match.

Los mismos y novedosos: puentes espectaculares, dragados portentosos, trenes primermundistas se han anunciado a diestra y siniestra para relumbrón de los gobiernos en turno, pero ni siquiera hemos visto la colocación de una primera piedra. No se nos puede culpar por desconfiar, porque a pocos pueblos como el quintanarroense les consta que prometer no empobrece.

Sin embargo ahora el discurso, si bien retoma viejos sueños verdes, tiene una base institucional muy distinta y el reconocimiento de que los proyectos en principio son sólo eso y las indicaciones de los pasos a seguir para, de ser posible, concretar en hechos. De paso también se revela el por qué de uno de los movimientos más incomprendidos de la administración de Carlos Joaquín con todo y en nombramiento más cuestionado de este primer tramo de gobierno.


La Agencia de Proyectos Estratégicos de Quintana Roo que encabeza Eduardo Ortiz Jaso, que nadie entendíamos qué pitos toca en el gobierno, por fin dio señales de vida, y lo hizo para retomar un par de añejos proyectos de infraestructura para el estado: el puente de ocho kilómetros sobre la Laguna Nichupté, propuesto para mejorar la vialidad de la zona hotelera de Cancún, perennemente ahogada por las limitantes de su única vía, el bulevar Kukulcán, y un tren que enlace Cancún con Tulum, extremos del corredor turístico más importante del estado. Hay también uno novedoso: un tren ligero elevado sobre la vía que recorre la isla de Cancún propiamente dicha.

Pensará el lector que no es novedoso que los gobiernos anuncien obras que ni siquiera llegan a proyectarse, pero ahora nos encontramos con un planteamiento institucional distinto. Los proyectos en comento, ciertamente magnos, de gran envergadura, se encuentran según la propia Agepro en etapa de pre-inversión y perfil, lo que indica sin lugar a equívocos que si bien son viables y pertinentes deben llenarse requisitos previos para convertirse en realidad. El anuncio lo hizo Ortiz Jasso durante la presentación de la agencia en la Cumbre de Infraestructura y Financiamiento Sub-soberano en México, celebrada en un hotel de la Riviera Maya.

Sin exagerar, por primera vez vemos conectados los propósitos y objetivos plasmados en el Plan Estatal de Desarrollo de incrementar el desarrollo económico del estado y de generar un desarrollo integral y equitativo con un intento serio de hacerlos realidad, de hacerlos posibles justo con la creación de la Agepro, instituida mediante el Decreto No. 71 Extraordinario, publicado en el Periódico Oficial del Estado de Quintana Roo el día 29 de junio pasado.

Los críticos, por natural desconfianza y malas experiencias de muchos años de neoliberalismo, hay que decirlo, nos hemos concentrado en la polémica qué significa la instauración del esquema de las asociaciones público privadas, que desde luego requiere muchas explicaciones y eventualmente aclaraciones de los especialistas, pero por lo menos ahora sabemos que se busca la gestión óptima y eficaz de las reservas territoriales del estado.

La Agepro —se nos indica en el boletín oficial— se encuentra en una etapa de planeación, en la que está analizando distintas iniciativas de inversión y generando el marco legal que le permitirá funcionar adecuadamente. La verdad es que antes bastaba con tener un sueño de opio para poder planteárselo al faraón y éste —léase gobernador— no tenía más que anunciarlos para impresionar en eventos, informes de gobierno y reuniones de alto nivel con el gobierno federal.

No tendremos que esperar mucho a saber si volvemos a las alucinaciones magnificentes o ahora sí podemos ver comenzar las magnas obras sobre bases firmes. Según Ortiz Jasso a fines de este año se tendrán las condiciones legales y de operatividad para que la Agencia comience en el año de 2018 a impulsar los proyectos que actualmente están en análisis.


La información gubernamental no omite poner énfasis en un rubro que es crucial en el discurso de Carlos Joaquín desde su campaña a gobernador y que fue puesto de relieve en su primer informe de gobierno: la transparencia. Para ello —nos aseguran— la Agepro cuenta con una junta de gobierno, que encabeza el gobernador y está formada por los titulares de la Secretaría de Desarrollo Económico, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente, la Secretaría de Finanzas y Planeación, la Oficialía Mayor y tres ciudadanos que se incorporarán antes de que concluya el año y una vez que se hayan emitido los lineamientos respectivos.

Se han tardado, cierto, pero conforme fluye la información vemos que la idea tiene pies y cabeza, y en Café Negro lo percibimos con prístina claridad ya que han sido estos y otros tópicos de desarrollo en los que hemos insistido desde hace casi 18 años.

La junta de gobierno —afirma el boletín— verificará el cumplimiento de objetivos, evaluará y en su caso aprobará la viabilidad de los proyectos de asociaciones público-privadas y la administración, constitución, programación y gestión de las reservas territoriales de acuerdo con la ley en la materia.

Otro punto, crucial para la opinión pública quintanarroense curada de espanto de los asaltos de los gobernantes capeados con esa típica cubierta del interés público es que la Agepro y no tendrá discreción para gravar o enajenar los bienes de dominio público del función que recaerá en congreso del estado, quien deberá autorizar que se puedan gravar o enajenar dichos bienes.


La parte de los estudios especializados de los proyectos también recaerá en la agencia, cuyo titular es un arquitecto, profesión que tiene como parte medular en prácticamente todos los planes de estudio la proyección, el análisis de costos y viabilidad de todo lo que se pretende construir, así que seguramente lo que sea inviable no distraerá más los esfuerzos gubernamentales ni servirá más para darnos atole con el dedo.

La Agepro se encargará de evaluar las opciones de proyectos estratégicos más viables para el Gobierno del Estado y será a través de los estudios que se determinará cuál es la solución más factible. Debido a que el gobierno del estado tiene una capacidad limitada para endeudarse, se privilegiarán aquellos proyectos autofinanciables o mixtos, es decir, que no requieran recursos públicos para su financiamiento o que los requieran en un nivel bajo como pudieran ser los de los sectores de movilidad, plataformas logísticas o energías alternativas o proyectos de carácter urgente como los de seguridad y saneamiento.

Mencionó Ortiz también —citamos el comunicado— que el gobierno del estado necesita proyectos de inversión bien armados y financieramente sostenibles que impacten el desarrollo humano y reduzcan los enormes contrastes sociales que tanto ofenden, que le cambien el rostro a la economía estatal generando nuevas oportunidades de empleo y emprendimiento para los quintanarroenses.

Realismo gubernamental y de administración pública, parece ser el mantra del joaquinismo, que hace bien en lanzar esta nueva manera de invertir y construir luego del año de aprendizaje y ajuste que le bien le ha perdonado la gente, pero que ya tiene qué pasar a los hechos.

Así concluye la Agepro su “primera comunión”: “En pocas palabras, se necesitan proyectos que ayuden a resolver problemas reales. Y la Agepro, como organismo público descentralizado y con patrimonio propio, se está constituyendo como el actor público que buscará precisamente eso.

En principio nos gustó.


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