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Casi en carne propia

(COLUMNA EN NOVEDADES. CLIC EN IMAGEN). En los últimos días se ha estado comentando entre los integrantes del gremio varios sucesos que tienen que ver con la vulnerabilidad de los periodistas y las agresiones sufridas por algunos compañeros, presuntamente provenientes de poderes fácticos o formales.


Primero Tina Pinzón habría sido atacada por personal de Sintra en la zona hotelera de Cancún, con una seguidilla de amenazas, agresiones y otras lindezas. Pocos días después el editor digital Amir Ibrahím Mohamed Alife, director de El Quintana Roo, luego de haber hecho denuncias de las atrabiliarias publicaciones en video del terrateniente “justiciero” Carlos Mimenza Novelo, que entre delirios e incontinencias esquizoides dijo haber formado “autodefensas” contra el sistema, incitando por lo menos a la crispación --si no es que hasta la violencia--, y señalado su expulsión del Facebook, supuestamente fue objeto de amenazas de nuestro furibundo Mireles caribeño.

Puso en duda el “colectivo”, el Grupo de los 100 periodistas de Cancún --el ego de esa docena de comunicadores que al verse en minoría hizo un sainete en el foro de Cancún, privando a los colegas de su egregia participación en ese encuentro en el que por cierto se repudió por decenas de colegas la abrogación de la Ley para la Defensa de Periodistas y Personas Defensoras de los Derechos Humanos de Quintana Roo, efectivamente está al cien… ¡o al mil!--, la veracidad y seriedad de las anteriores denuncias, pero de otra no pueden ni podrán hacer lo propio: el reconocido colega Rafael Briceño Chablé, con más de tres décadas de trayectoria, fue expulsado con cajas destempladas de un evento furris por un burocratillo de medio pelo, pero invocando el Tetragramatón, o sea el vocablo de cuatro letras con el que (no) se pronuncia en hebreo el nombre de Dios --¿CMJG?--, con amenazas de llamar a “seguridad” en caso de persistir en la realización de su trabajo.

Rafa Briceño cuenta con una ley de protección estatal, pero está bloqueada por quienes, por su cercanía al poder en su avatar actual, la llamaron “Borge” y, cual los niños que invocan al coco y luego tiemblan de miedo, rabia y no pocos problemas psicológicos, anteponen su erisipela por ese apelativo a la seguridad de sus colegas. ¡Ya que son tan “cuadernos” del gobierno, páguenles terapia, pues!

El Grupo de los Seis de Chetumal --grupúsculo, o sea, “grupo chiquito”, me pasan el dato--, que seguramente se refiere a las unánimes seis docenas en la capital, otro tanto en Felipe Carrillo Puerto y otras más… bueno, ¡no exageremos!: hartos colegas en Cancún-- quedó azorado: el periodista que además ha sido consejero electoral federal del Distrito 02, reportero fundador de los principales medios estatales y a la fecha referente de opinión en la entidad, ¡trabaja en uno de los medios ciertamente importantes e influyentes que controlan los doce integrantes del Grupo de los Cien, ahí donde rompen las olas del mar! ¿En carne propia?

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