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Leyzaola: engaño o tontería de Remberto


Un vaivén informativo sobre el nombramiento del militar retirado Julián Leyzaola Pérez hace que la ciudadanía cancunense hoy por hoy no sepa si debe cuidarse más de los delincuentes o de quienes se supone la deben de cuidar de aquéllos. El errático presidente municipal de Benito Juárez Remberto Estrada Barba, donde la actividad delictiva incluye la descarada participación de la policía local, pudo haber buscado como solución desesperada la incorporación de un afamado mando castrense de mano dura o quizá, al adolecer de falta total de control de la violencia delincuencial, su asesor le fue enviado de otro orden de gobierno como medida emergente --lo cual per se no necesariamente carece de sentido--, pero de inmediato surgieron los señalamientos de que se trataba de un sistemático y harto conocido violador de los derechos humanos al grado de aplicar tortura entre sus radicales métodos.

La respuesta fue inmediata y se difundió en los medios una historia muy distinta: a través de un juicio de anulación el teniente coronel en retiro habría sido exonerado de todas las acusaciones de abusos, que se habrían dado más bien con motivos políticos e implícitamente como reacción de los delincuentes y los policías corruptos a quienes persiguió con tal eficiencia que limpió las corporaciones de Tijuana y se aprestaba a hacer lo mismo en Ciudad Juárez, donde según él de inmediato habría recibido amenazas de muerte como las que le dirigieron en Baja California; total, una blanca paloma.

El primer edil de Benito Juárez movió información a través de los medios para que el siniestro Leyzaola nos pareciera una especie de Rudolph Giuliani caribeño decidido a limpiar Cancún, idea evidentemente fácil de vender entre una población atribulada por la violencia criminal, pero el ombudsman estatal Harley Sosa Guillén le dirigió una severa carta manifestando su rechazo rotundo a la nominación argumentando que los abusos del exmilitar, independientemente de la exoneración jurisdiccional, están plenamente documentados en sendas recomendaciones de la CNDH y sus similares de los estados de Baja California y Chihuahua. ¿Las gracias consignadas? Nada menos que tortura, detención arbitraria y allanamiento de morada.

No podrá durar en el encargo el teniente coronel Leyzaola luego de que, con números de recomendación en la mano, la Cdheqro exhibió la fascista calaña del flamante jefe policiaco, pero algo más quedó de manifiesto.

¿Sabía Remberto Estrada de qué pata cojeaba Julián Leyzaola --por cierto candidato de Encuentro Social a la alcaldía de Tijuana, partido al que parece gustarle sobremanera congregar a pillos redomados-- a la hora de contratarlo? Por supuesto que sí. Lo que siguió fue un intento descarado del bisoño alcalde de engañar a la opinión pública hablando de una exoneración judicial que no anula las recomendaciones de los organismos de defensa de los derechos humanos, que se cayó apenas los muchachos de Harley hicieron su trabajo.

¿O preferirá “Remby” que digamos que fue engañado, que en Benito Juárez no se investigan las contrataciones de la comuna en un tema tan delicado como la seguridad pública, que, en suma, es atolondrado… por no decir otra cosa más fea?

Allá él.


HELADA MADRINA

Va una en primera persona, que urge y es importante por las confusiones que un comentario que hice a través de las ondas hertzianas pudiese haber generado: la vertiginosidad de las transmisiones en vivo hizo que omitiera en un una revista radiofónica estatal de la que soy productor y conductor leer una aclaración a un mensaje de la directora del SQCS Martha Silva Martínez sobre la entrada en vigor en Quintana Roo de disposiciones de tránsito extremas, con altísimas multas expresadas en RD$.

Lo que omití en un despiste fue la aclaración que desmiente esta especie que malamente ha circulado en redes sociales, pues la denominación es en pesos de la República Dominicana y, por lo tanto, no es válida para México. En suma, no hay nada de esos excesos, que era lo que la remitente del mensaje quería aclarar a la ciudadanía.

Disculpas a la audiencia.

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