Manota de puerco al Quino
(COLUMNA EN NOVEDADES. CLIC EN IMAGEN). Los compañeros reporteros, fotógrafos y periodistas de opinión que quieran un trato equitativo en sus relaciones con el poder deberían interesarse y participar --y en su momento votar--, pues un pequeño grupo de Cancún el reciente fin de semana dio un golpe por debajo de la mesa para tomar las riendas del gremio periodístico. Horas antes apuntaban al diálogo, pero lo que hicieron fue tratar de someter al gobierno, lo cual de momento y por el factor sorpresa lograron, imponiendo sus posturas.
Nada raro es que Francisco López Mena, titular de la Secretaría de Gobierno de Quintana Roo, asuma la actitud del avestruz como si fuera posición de yoga cada vez que hay un tema candente en el estado, eso a pesar de ser el responsable de la política interna del gobierno de Carlos Joaquín González. Para el tema de la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, llamada “Ley Borge” y la prescrita selección de miembros del Consejo Consultivo mandó a cabildear a Joaquín González Castro, el “Quino”, recién incorporado como subsecretario, quien platicó con grupos interesados antagonistas en el norte y el sur del estado, y en vez de impulsar acercamiento y conciliación acabó por encender un polvorín inter-gremial y profundizar las diferencias. Le hicieron “manota de puerco” y entregó al movimiento del sur
.¿Las diferencias? Nadie quiere, tal como está, a la Ley Borge --que en su denominación lleva la penitencia--, pero mientras que los compañeros que integran ese grupo del norte pretenden derogarla por completo y partir de cero, para volver al show interminable de esos foros de consulta que en la realidad a nadie interesan, los periodistas del sur sostenemos que hay que mantener los innegables avances --comunes a la mayoría de las nuevas normativas del país-- y reformar aquellos artículos que la CNDH rechazó, además de aquellos que tengan rastros de los abusos característicos del régimen de Roberto Borge Angulo. Reconocemos los graves, indignantes agravios sufridos por varios periodistas de parte del exgobernador e incluso los hacemos nuestros, pero no vemos que eso implique comprar obsesiones y fantasmas personales para retroceder en nuestra normatividad hasta el punto muerto, en perjuicio de todo el gremio.
La otra diferencia fundamental consiste en que para la representación de periodistas en el Consejo Consultivo el grupo de Cancún, que --hay que decirlo-- simuló estar dispuesto a conciliar una razonable y equitativa distribución geopolítica y de género de posiciones, lo que los dos gremios organizados y mucho más avanzados del sur, que ya habían planteado sólidas propuestas de nombres notables, en principio estaban dispuestos a emprender, pero el sábado, en una dudosa encerrona con González Castro los primeros impusieron unilateralmente la decisión gubernamental de derogar la normativa y suspender el nombramiento de los consejeros que ya estaba en proceso, lo que de manera increíble --al menos según su sospechoso comunicado en redes sociales con facha de boletín oficial-- el gobierno y la diputada de Derechos Humanos de la XV Legislatura aceptaron sin chistar, así nada más, borrando literalmente de un plumazo a los reporteros que no juegan en el Club de Tobi.
Los temas no son menores, pero implican algo mucho más allá de su propia materia. Aceptar esto significaría estar de acuerdo, por poner un ejemplo trivial pero significativo, en que, como pasaba en los tiempos de Félix González Canto, para las celebraciones a los periodistas en Chetumal se organizara en una palapa furris un desayuno de huevo de caja frío con jamón chafa y jugo de naranja --literalmente-- podrido, mientras en Cancún el ágape era una opípara cena en un lujoso hotel con tragos importados a mares.
¿Les suena tonto a los compañeros del norte? No lo es. Ellos tienen los agravios del sexenio borgista. Los periodistas del sur, antes de organizarse y fortalecerse en los últimos años, tienen el de décadas de un desprecio que pretende ser revivido.Compañeros periodistas de todo el estado: todos tenemos la palabra.