Barbas llenas de espuma
(COLUMNA EN NOVEDADES. CLIC EN IMAGEN). Es poco probable pero no imposible que tras unas horas de que estas líneas fueran redactadas, acaso antes de que los tórculos fijasen la tinta en el papel periódico, la realidad las haga vanas, obsoletas, lo que haría muy feliz a casi todo un país, pues así de vertiginosos se han dado los sucesos relativos a las normalmente tortuosa, morosa y no pocas veces inexistente justicia mexicana.
Luego de un par de semanas informativamente muy agitadas por la detención en Italia del exgobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington Ruvalcaba y en Guatemala de su homólogo veracruzano Javier Duarte Ochoa, sucesos casi sin precedentes en la procuración de justicia mexicana, la información y las especulaciones sobre otros casos de mandatarios priistas que terminaron sus periodos constitucionales entre escándalos de corrupción y delincuencia se pusieron a la orden del día, al grado de que en las notas y espacios de opinión se hablaba desde el jueves de inminentes detenciones.
César Duarte Jáquez, de Chihuahua, y Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo --decían los artículos--, estarían plenamente ubicados, respectivamente, en El Paso, Estados Unidos, y en Toronto, Canadá.
Los casos, sin embargo, parecen bastante distintos, pues el chihuahuense tiene desde hace semanas orden de aprensión en su contra, que la PGR incluso ya esgrimió para la emisión de la famosa ficha roja de la Interpol, mientras que el exmandamás caribeño todavía no había sido confirmado como oficialmente perseguido por las autoridades mexicanas, aunque se sabe que el gobierno de Estados Unidos ya no lo quería en su país, ni así fuera para vacacionar en Orlando o para ver juegos de los Miami Heat.
Se ha señalado con insistencia que la súbita cuanto inusual celeridad en las acciones policiales internacionales contra dos de los mayores pillos en la historia de los gobiernos estatales de México obedece a razones políticas: entre los estados en los que habrá votaciones el 4 de junio está el principal tesoro electoral del país, el de México, que es la entidad más poblada y con mayor número de votantes, pero además es el asiento del legendario Grupo Atlacomulco, al que no sólo pertenece el candidato local del PRI Alfredo del Mazo Maza, sino que el propio presidente Enrique Peña Nieto es el más encumbrado de los herederos --de poder; obviamente no de luces ni méritos-- de su fundador Isidro Favela Alfaro.
Casi no oculta el presidente el apoyo del gobierno federal al candidato tricolor-verde que además no la tiene fácil, sobre todo por el desprestigio priista en todos los niveles que, sin menoscabo de la contribución del propio Peña, ha contado con la valiosa contribución de sus ex “golden boys” de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz, y aunque parezca increíble aun tiene esperanzas de que un muy improbable aunque no imposible triunfo de Del Mazo sobre la candidata de Morena Delfina Gómez Álvarez le ayude al milagro --ese sí casi imposible-- de que su partido conserve la presidencia el próximo año, que cada día que pasa parece más en la bolsa de Andrés Manuel López Obrador.
Mas no importan las razones: la caída de Javier Duarte, la persecución avalada por la justicia federal de César Duarte y --tangencialmente-- la aprehensión en Florencia del antes niño protegido del priismo Tomás Yarrington son sucesos que indican sin lugar a dudas que el quintanarroense Roberto Borge, si está en sus cabales, debe sentir, más que pasos, manadas de mesteños galopando en la azotea.
HELADA MADRINA
Tomás Yarrington forma parte de esa inicial camada de reyezuelos priistas felizmente huérfanos de tlatoani: su mandato prácticamente coincidió con el primer fallido gobierno federal de alternancia que encabezó Vicente Fox Quesada. Casi todos abusivos y arbitrarios, la mayoría de los gobernadores “revolucionarios” bajo las presidencias panistas contribuyeron a la ruina nacional que hoy padecemos, pero sin duda hubo niveles. El paisano de Rigo Tovar se los llevó a todos de calle: no es exagerado considerarlo el principal precursor de los carteles de la delincuencia organizada con el violento perfil que los caracteriza hoy en día --remember Los Zetas-- y como fundador del primer narco-estado mexicano. Hablamos de un perfil criminal e histórico muy distinto --peor, si es posible-- que el de los duartes y los borges.
¿Qué cabe esperar? Seamos realistas: en atrapar a Yarrington ni el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa ni el de Peña Nieto pusieron el menor empeño, y el asunto se llevó 12 años. Al tamaulipeco lo persiguieron, acosaron y atraparon los estadounidenses, pues sus crímenes de narcotráfico y delincuencia organizada afectaron directamente a la sociedad de ese país, con alto costo de vidas. Por eso ni tardo ni perezoso Peña Nieto se hizo a un lado y le dio “mano” a los gringos para la extradición desde Italia. Creemos francamente que eso sí fue mera coincidencia en el tiempo.
En cambio la persecución peñanietista de los otros “caritas” del nuevo PRI que tanto presumía el presidente hace unos pocos años, los Duarte, sí incluirá al nativo de Cozumel en el paquete de las víctimas propiciatorias. Vamos: aunque fuésemos tan inocentes como para suponer que el nativo de Atlacomulco experimentó una epifanía y súbitamente decidió hacer justicia, por la caída del veracruzano y la orden de aprensión del chihuahuense, Roberto Borge no sólo debería poner a remojar las barbas ni untarlas con abundante crema de afeitar, sino sería muy prudente si le pide posada en su “depa” de Dubai, Emiratos Árabes Unidos, a su antecesor, mentor y quizás aún amigo --nunca se sabe en el mundo de la política-- Félix Arturo González Canto.
HOMÚNCULOS
¡Quéjese! No pierda la esperanza: el que esto escribe pagó el mes pasado un monstruoso, inusual y evidentemente erróneo recibo de Telcel. Reclamamos con poca esperanza y como por no dejar, explicando al loro que se hacía llamar asesor el error de la compañía. Entre bostezos nos tomaron la queja. Resignados, casi olvidamos el hecho, pero, tras una investigación técnica, ¡en la factura de este periodo nos fue aplicado el descuento correspondiente! Si sobrevivimos a este bienaventurado susto, nos leemos el martes.