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Seguridad: ni más ni menos


(COLUMNA EN NOVEDADES. Clic en imagen). Para solaz de los enemigos del “gobierno del cambio”, en plena visita del secretario de Gobernación hubo balazos, y de inmediato las redes sociales dijeron que Quintana Roo recibió a Miguel Ángel Osorio Chong con un baño de sangre. Fue un altercado en un retén, algo que es grave pero no se parece a un narco-mensaje.

Mientras mesurado, templado --de temple, no de tibieza-- y razonable fue el mensaje que la misma presencia del secretario y del comisionado nacional de Seguridad Renato Sales Heredia le permitió enviar al gobernador Carlos Joaquín González luego de un inicio de gobierno ciertamente violento por parte de la delincuencia organizada pero muy lejos de estar fuera de control. El responsable de la política interna de México dijo sin ambages que los cambios de gobierno --como en el caso de Quintana Roo, donde el PRI perdió el poder-- no deben convertirse en ocasión para que los criminales sienten sus reales, lo cual intentan.

Ese discurso estilo posverdad que pinta un Quintana Roo dantesco, en llamas, donde poner un pie en la calle significa jugarse la vida entre silbantes ráfagas de plomo por doquier --aunado a la aparente falta de resultados en el castigo prometido a la corrupción imperante en el gobierno anterior, que poco a poco, muy gradualmente, de forma desesperante para la gente, se va subsanando en los tres órdenes de gobierno--, sin duda ha influido mucho en la mediocre calificación popular del mandatario --37.4 por ciento con una media nacional del 39.3, según México Opina en reciente estudio--, pero muy mal haría el gobierno en tratar de imponer la visión de una Arcadia caribeña, donde todos bailamos y cantamos de felicidad tomados de las manos en círculo, alrededor de un gobernador más feliz que el morado dinosaurio Barney.

Lo más sano, en cambio, será siempre la verdad o lo que más se le acerque, ya sea desde posturas críticas y opositoras o dentro del discurso naturalmente positivo del oficialismo, pero sin inventos emocionales, lanzados con el único fin de perjudicar políticamente al enemigo en el poder.

En las competencias deportivas donde hay jueces midiendo el desempeño de los competidores la norma general es que la calificación más alta y la más baja sean descartadas a la hora de sacar el promedio definitivo, y así la opinión pública tarde o temprano desechará tanto las versiones catastrofistas como las seráficas de lo que sucede en Quintana Roo con el crimen organizado y su combate.

Los principales criminales y sus organizaciones, aseguró Osorio, están identificados, tal como quedó por escrito en el Plan Estatal de Desarrollo. Ya saben por quiénes van. Ahora lo único razonable que podemos hacer es esperar resultados.

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